Vientos del mal (Segunda parte)

Grass

El servicio meteorológico estadounidense estaba enloquecido por la cantidad y fuerza inusual de los huracanes que se habían presentado los dos últimos años. Recién había pasado un gigantesco huracán, Verónica, categoría 5, que llegó hasta Massachussetts y dejó graves daños en una amplia franja de territorio, no así en Magiland, se pensaba debido a su brillante diseño aerodinámico. El próximo fenómeno abriría una segunda lista de nombres y aún restaba un tiempo relativamente largo para que acabara la temporada.

Preocupaba el tamaño, la magnitud, la potencia y el alcance de estas tormentas, constantemente en incremento.

Con todo, el doctor Duplessy no pensaba que los ciclones fueran los causantes directos de esta rara patología y se encontró haciendo un registro de datos relativos a enfermedades que pudieran ser producidas por el pasto. Ese tono azulado no le daba buena espina aunque no tenía una causa en concreto.

Varias semanas después del torneo, de vuelta en Francia, Jacques observaba que Carlota venía presentando una sintomatología de resfriado crónico. Los medicamentos prescritos no habían hecho efecto y su salud estaba minando a pasos avanzados. Recordó que junto con el premio su hija trajo un poco de pasto de la cancha de Ocean Magic a manera de trofeo y buscó por todas partes hasta encontrarlo. Esta constituía una buena muestra a ser analizada.

Contactó a su amigo Dominicqe Bernard, vicepresidente de la Universidad de Rennes, la cual poseía uno de los laboratorios biológicos más afamados de Francia y partió a su encuentro, donde recorrió como furia los 74 kilómetros que lo separaban de Dinard.

Al cabo de una interminable semana recibió una llamada de Valerie Heuzé, la encargada del laboratorio. Su tono era demasiado serio y solo se limitó a requerir su presencia a la brevedad.

Ya en la universidad, Valerie le mostró una foto tomada con el microscopio electrónico. Se observaban minúsculos encapsulamientos a lo largo de la base de cada hoja de pasto y advirtió que unos se encontraban reventados y presentaban una especie de esporas. El pasto se reproduce por semillas y la ubicación de estas bolsas era algo anormal.

Cuando la doctora Heuzé le presentó el análisis biológico de las esporas Duplessy sintió que se le acababa el piso. Se trataba de una nueva variedad de Basillus Anthracis o ántrax, resistente a la lluvia y a sol y de efecto prolongado, lo que le confería al pasto ese tono azul y que podía ser liberado de su contenedor natural en ciclos de 24 horas.

Esta cepa de ántrax, según los informes de inteligencia, la estaba desarrollando China. No era de acción inmediata y se podía incubar en el cuerpo humano por un tiempo relativamente largo hasta que finalmente se convertía en letal. Por ello no había causado alarma en los sistemas de salud la alta frecuencia de cuadros gripales que se estaban presentando casi al unísono en Norteamérica y en la Europa atlántica .

El desarrollo de antibióticos se encontraba en una fase temprana y sin apoyos económicos originados por la alta burocracia. Jacques plegaba por una respuesta.

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