Pasiones presas

Se han silenciado en ti todos mis ecos,

toda la furia de mi amor alada por los potros del deseo se estrelló en el muro de tu pecho,

mas en mí mira como cantan tus sombras como gallos anunciando otro nuevo amanecer,

todos al unísono y clamando en mis ojos ese llanto de soles olvidados que vivieron nuestra piel.

Mientras en ti palidece mi recuerdo y me vuelvo reflejo borroso en tus lágrimas,

en sus espejos sin la luz del llanto, a mí vuelven tus húmedos dedos para penetrar mi boca dormida

y caminar por mi lengua para develar las huellas de tu nombre.

Mis noches se consumen en alaridos que despiertan a las estrellas y entre el gemir de tus cenizas

viajan los astros encendiendo el firmamento.

Te atesoro en las empolvadas galerias del corazón y oculto al cuerpo desnudo

bajo tu imagen de papel gastado por el tiempo y el uso de mis memorias.

Sé muy bien que ya mi fantasma perdió el rumbo hacia tus sueños,

pero observa misterio mío como vuelven tus labios cual navaja abierta para besar

mis heridas fértiles y sembrar hondo semillas de recuerdo.

Sé que el viento se llevó de tu cuerpo mi esencia de girasoles y cada uno se ha marchitado

en la memoria del sol, pero mira oscuridad indestructible y ciega de pasiones como vuelve tu perfume

hecho carne para levantar mi vestido de olas y encontrar el origen del mar.

Mis pechos se abren, caracolas son que cantan los ecos de la creación,

todo tiembla, cielo y bosques se abrazan en su danza, las perlas rompen la concha

y emerge la luz en las profundidades del océano, mientras tú, el que hace siglos fue mío duerme,

calla y olvida las las letras profundas que me nombran.

De tus restos nace el fuego que alimenta mi insomnio, el que se desliza

con sus garras en llamas y da de beber a las frías fortalezas que me resguardan.

Duermes, te arrullas en los rincones de mi olvido mientras la sombra de tu sombra

traspasa mi silencio y abre con miembro todas las puertas de mi alma a las luces del amanecer.

Entras en mí, ardes, te incineras y resurges como un fénix que aletea en la oquedad de mi cuerpo,

todo tiembla, día y noche se miran frente a frente a través del espejo del horizonte, la noche pare una luna

llena, explotas, exploto, tú y fénix se liberan, me libero.

Me duele el retorno a las sombras, a las fronteras de la noche donde su vigía el insomnio esparce

en la mirada niebla de estrellas para que no podamos regresar al día.

La noche tiende a clavarse como una estaca en mi pecho, con su bandera de nubes

y silenciosos pájaros que ocultan la ventana hacia la luz, sin embargo para ti amanece,

otro nuevo olvido se antepone entre nuestro pasado y el mañana.

Ya no hay en este eterna despedida de fantasmas un rencuentro del amor perdido.

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