Invitación

Siéntete bien recibido,

mi oído es un lecho ferviente

para la melodía de tu voz,

para el reflejo cristalino

de tu palabra pura,

para el dulce tono

de tu hablar preciso.

Sea entonces mi pecho,

el descanso de tu cavilación atinada,

la chispa que da respuesta

a tu convicción más serena y más profunda.

Mi mano pide ser el peine,

y mi pierna la almohada de tu cabeza,

yo, llana y tersa confidente

de nuestra complicidad mutua.

Estoy lista para dar una contrarrespuesta,

para jugar este juego de la lógica,

que dulce y placenteramente

se torna en una conversación infinita.

Impactos: 4