Hábitos

Abro y cierro los ojos como un abanico de plumas de un ave sacrificada,

comtemplo al sol en su altura como una puerta que se abre

y se cierra a las criaturas y manda sus rayos de vida.

Su luz penetra nuestros cuerpos y transitamos la muerte del tiempo enterrado en un reloj,

y nos destilamos en el suspiro de los vicios, nos comemos las uñas, los ojos y la piel.

Traspasamos las multitudes con las copas levantadas

esperando el agua bendida de la lluvia y su misericordia.

Luces como cuerdas nos marcan la salida y la entrada a la antesala de los cielos.

Algún loco se escabulle antes de que las murallas se cierren y oculten la claridad

que dejansobre la tierra los pedazos de cristal.

Vagaremos eternamente sobre los vidrios que escupen los ángeles.

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