Apuntes I

El manto de la piel

se levanta como arena,

es el florecido vendaval

de las tierras ufanas

donde la ignota marca muerta, existe,

donde dentro de mi sangre turbia

la historia propia que tanto evito

se transpira por la mañana.

Pero no puedo serme siempre ajena,

posarme extraña incauta,

dejar al transcurso del mundo ensimismado

dejar a la esencia, al pasar del tiempo

a la cándida presencia estelar

de las galaxias.

Ni el suspiro del mundo es tan pequeño.

Un hondo agujero negro

me palpita en el pecho,

pero el sol se asoma

desde las entrañas.

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