El manto de la piel
se levanta como arena,
es el florecido vendaval
de las tierras ufanas
donde la ignota marca muerta, existe,
donde dentro de mi sangre turbia
la historia propia que tanto evito
se transpira por la mañana.
Pero no puedo serme siempre ajena,
posarme extraña incauta,
dejar al transcurso del mundo ensimismado
dejar a la esencia, al pasar del tiempo
a la cándida presencia estelar
de las galaxias.
Ni el suspiro del mundo es tan pequeño.
Un hondo agujero negro
me palpita en el pecho,
pero el sol se asoma
desde las entrañas.
Impactos: 5