Remains of sunflowers

Te entregué mi cuerpo, valle desierto, camino sin sombras

donde pudieran tus dedos de pétalos dejar un trazo,

una roja rayuela como de puertas al gemido más profundo y libre de la tierra.

Tus dedos de vela alumbrando mis lunares de cansancio, dádoles una nueva plegaria,

tus dedos, coro de semillas, silencios ocultos del sol cuando pensativo se recoge a fraguar la luz.

Te entregué mis labios, ríos vacíos y sedientos de una intriga de peces,

oscuro río sin reflejo de hojas, sin la frágiles pisadas de la luna.

Tus besos como un meteorito quebrado, como una academia de astros

trajeron calladamente la sangre cósmica de los recuerdos.

Despierta la eternidad se tambalea en una encrucijada de velas,

es un planeta detrás del espejo en la esencia del insomnio.

Te di mi piel frente a las ventanas abiertas y corredores sin aroma se abrieron camino hacia el cielo.

Por qué entras como un campo de girasoles en la noche, como una reunión de melódicas corolas.

como un comienzo de sentirnos humanos y desnudos; dos danzantes que se reflejan en los rayos celestes

y vigilan a perpetuidad las aguas de un firmamento perdido.

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