Desnudo para un pintor loco

Me arranco las perlas del nombre

quedan dispersas por el suelo,

lentamente cae la piel como un telón

que muestra el en el escenario al esqueleto

cantando el monólogo de la vida.

 

Se me escapan los ojos del tronco,

caen en tus manos  con capas de tierra,

se me van los labios cual pétalos para sujetarse a tus pies

y cantan el monólogo del viento en mi respiración.

 

Pierdo las manos, van en tus hombros,

como dos luciérnagas en la noche,

he perdido las piernas, corren detrás de tí,

son un eco de tu andar,

tienes mi cabeza en las palmas,

con los ojos huecos, escalera infinita hacia la puerta de las estrellas.

 

Tienes mi tronco en tus labios,

como si fuera una flauta, sopla en él todo el viento que tengas en el pecho,

convierte mi vacío en música.

 

Toma mis pies, camínalos, son zapatos que conocen el desierto,

deja que te guíen por los escalones del polvo,

por los umbrales de la noche,

camina despacio para que no se despierte,

para que no crea que es de día

y mande a las estrellas aves a adueñarse del silencio.

 

Ya casi estoy desnuda del todo, ya no hallo mis partes,

ya son casi tuyas en una extraña fusión.

Busco la cabeza, tronco, manos, piernas y pies y te encuentro a ti,

abierto como la boca de un gigante que me traga.

 

Ya nada soy que pese más que calamos sobre las palmas del aire,

envuélveme como si fuera un capullo,

pues de la pluma nacerá el pájaro.

 

Nada soy afuera, sólo existo en tu ser,

vacío desnudo, espejo donde soy y respiro,

empañando el cristal con mi aliento.

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