Crecí oyendo a Crí Crí. Si hubiera tenido razonamiento en ese momento, hubiera creído que al menos un centenar de compositores habrían hecho está vasta gama de canciones.
Ahora caigo en la cuenta que Francisco Gabilondo Soler, con todo su conocimiento astronómico y matemático logró ver y predecir, usando su telescopio dirigido hacía la Tierra, el cambio de la Era de la Niñez para la que él compuso… como buen sabio, actúo en consecuencia: Dejó de componer, pero también dejó de sonreír.
Una niñez que ya no se compadece con la Patita, pues, la patita actual sale a trabajar, y los patitos mientras tengan sus móviles no les importa estar solos todo el día. Ni se asusta con el Ropavejero, ya que, el término “niños malcriados” ni lo conocen. ¿Quién lloraría con “La muñeca fea?”, si la moda actual es hacerle bullying. O quién vería una novedad en “La merienda” si eso es lo que viven los niños todos los días.
27 años de asustar con “La canción de las brujas”, “El baile de los muñecos”, “El fantasma”, “El tango medroso”, para los que escucharon la XEW; ahora, desbancados por niños que hacen conjuros, juegos de posesiones, y cada día buscan más adrenalina. “El que mima a su hijo, vendará sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas.”
Sí Francisco estuviera congelado, y se tuviera la ocasión de volverlo a la vida. Yo pediría que no lo hicieran, a nombre del chivo bicicletero, la negrita cucurumbé, el gato del barrio, del ratón vaquero, Chong Ki Fu, y la abuelita.
Sé que todo adulto y todo niño tienen un niño dentro de sí; me gustaría que, el comal y la olla, el negrito sandía, el chorrito, o, che…araña lo conocieran. Este 16 de septiembre que es mi cumpleaños, lo voy hacer.
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