Conversaciones entre cristales

¿Dónde  yace la flor  que flotaba sobre el mar en las  fotografías  que le servían de balsa
dónde los ojos de zafiros agotados y  vacíos del agua y  la sal de donde emergen?
ya no se abren tus párpados como un sótano para mostrar sus sombras al sol
tu boca es roca perforada por donde pasa el viento dejando el  eco de sus pasos,
las palabras ya no emigran de tí hacia su  cima para resonar en los árboles lejanos,
el silencio reposa en tu rostro como una imagen del medio día antes de ser arrastrada por la lluvia
el tiempo en tus labios se despide cual cigarro, muere, renace y saluda desde el portal

como un monte, como un río…

Tu piel agrietada de luna gris procrea raíces y frutos de arrugas
tu frente luce la sombra de un pájaro que flagela su  pecho en el cristal de la ventana

y cual equilibrista se sostiene sobre un hilo de seda y tiempo

desde la ventana fantasmal me observas cuando la noche poseída de su fiebre pare a la luz de una                                                                                                                                                                                          bombilla

y los ojos de las pupilas se vuelven corazones negros que ven a través de las sábanas

¿Qué  le sucede a tu cansancio  que no se quiere levantar de la cama
para seguir domando el metal de los días?
mis pestañas tienen una  sed antigua  que bebe del sudor de tu frente
un sudor de uvas secas o de agua turbia que empaña los cristales de la casa
¿Qué le sucede  a las pupilas de la lámpara  que  prefieren  no desvestirte
sino que se  escabullen por los  laberintos del cuarto en busca de otros reflejos
y disfrutan sumergirse en las ondas aguas de sus ojos?

Algo palpita en tu mirada y me lo dices en un grito que llega
hasta la cumbre de  los árboles avergonzados y ocultos bajo sus hojas
pero el mensaje se pierde al morir su heraldo como un  ave atravesada por la furia del relámpago.
ya nada sabemos conversar, hemos perdido el código para llegar al pecho
e incendiarlo con el ardor de las palabras.
te presiento sola  en la transparencia de las paredes
y aunque palpo la caricia de tu aliento, estás en los peces luminosos de la otra orilla

Orilla  de cristales  hecha con la esencia de las lágrimas
y hay espíritus a merced  de la obsidiana que ciñe su mano
dios cercenador que mutila nuestras formas

En este instante sólo  puedo decir  que ya no eres la misma de todas las noches anteriores.
Hoy te percibo  como un dibujo que ha marcado su grito en el reloj,
a cada campanada de la noche te esombreces gota a gota
la distancia se hace eterna

se yerguen los puentes  que sostienen el fulgor del los recuerdos

y  las fuerzas  para verte como una estrella fugaz en el  universo del espejo.

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