Congreso para maestros

−Ya me duelen las pompas de estar sentado. Y el cerebro casi me estalla, ya no puedo procesar más información…  Que si cada  tres segundos se inicia un acto de bullying, que si cada 38.5 minutos alguien muere por causa de bullying, que ha evolucionado de tal forma, que sus repercusiones, bla, bla, bla.

−Tres días hablando de lo mismo. Ya hasta en la sopa de letras veo la palabra bullying. Cuánto habrá costado tanto doctor, post doctor y especialista en bullying, tanto traductor del finlandés, ruso, alemán, y demás, todo para oir los resultados de experimentos de bullying en changos y ratones.

−Estan gastando más en esto que en la educación, y nos están escatimando en el festejo del día del maestro.

−Deja de eso, si esto tuviera resultados, pues que padre, pero, se pasan el tiempo justificando porque lo que se implementó los años pasados no ha dado resultado.  Yo veo que el bullying sigue igual o peor, eso de que no hay suficientes especialistas en nuestro país, que no hay suficiente tiempo para trabajarlo en las escuelas, que el material no alcanza, que los maestros no cooperamos, que los alumnos están apáticos a estos programas, es pura mentira; este problema ya les rebasó, que no nos vengan con cuentos.

−Pero eso sí, nos dan más trabajo, ahora tenemos que llenar  formatos sobre esta cuestión, y si no, ya sabes, amonestaciones, descuentos, ¡esto sí es bullying para nosotros los maestros!, odio este Día Internacional del Bullying, si pudiera estrangularía al que lo implantó.

−Yo también. Vamos por un café aguado y unas galletas Marías, porque con tanto especialista, es para lo único que les alcanzó; a quién se le ocurre contratar a un alemán que nos venga a hablar de, ¿cómo se llamó la conferencia que acabamos de escuchar?, ni el título se me quedó.

−Mmm, aquí esta: Repercusiones de los factores de riesgo, que posibilitan la aparición del bullying en adolescentes de 12 a 15 años en el medio rural de los país del tercer mundo. ¡Qué pex!

En el otro lado del vestíbulo, donde están unas mamparas, cerca de la entrada de los baños, se encuentra una mujer de mediana edad, invitando a los asistentes a que vean la exposición de los dibujos.  En eso pasa un hombre de traje, caminando aprisa y en la mano tiene un radio, la ve y le dice.

−Hola maestra, qué le ha parecido el congreso. No hemos escatimado en recursos, ya se dio cuenta.

−Sí, pero quiero que vea estos dibujos de mis alumnos de preescolar, son sobre el bullying.

−Ahora no puedo, será después. Tengo un problema que resolver.

−Solo vea dos, este es de una niña, digame qué ve.

−Solo uno; es una recamara y en los cajones dice: calzones y bullying; en el otro, camisetas y bullying; en el siguiente, juguetes y bullyng y en el último, bullying.

−¿Qué más observa?

−Una cama, un foco, una silla…

−Mire como en todo tiene una B, no es que se llame Brenda la niña, sino es B de bullying. Todo su mundo es bullyng. Vea  este otro.

−No, ya me tengo que ir.

−Uno más, este me gusta, es de un niño que quiere ser científico, ¿qué nota?

−Que hay tres niños con frascos, en uno dice Dios… de seguro ya los influyó.

−No, yo solo les dije que hicieran dibujos sobre el bullying. Siga.

−Otro está dividido en dos, la parte de abajo dice bullying, y la de arriba dice Dios; y el tercero solo dice bullying.

−Pero digame, qué dice en la tapa, y cómo ve a los niños.

−Pues, en la tapa dice, mundo, y el primero tiene la boca sonriente, el segundo, la boca horizontal, y el tercero la boca curva para abajo.

−¿No le dice nada?

−No.

−Uno más.

−No, estoy perdiendo demasiado tiempo.

−En este salió usted.

−A ver, ¿dónde estoy?

−¿Qué capta?

−Unas personas con los ojos vendados.

−Sí, ¿y en el otro grupo?

−Unas personas más pequeñas de tamaño, supondré que son niños.

−Pero lo más importante es que están unidos de las manos, y tienen corazones  y se ven felices. Mira lo que dicen: me siento querido. En el otro grupo no están tomados de las manos, y mire su boca.

−Y, ¿dónde estoy yo?, lo único que veo son unos marcos bastante mal hechos, de fomi, de palitos de paleta, o cartón mal recortado y mal pintado, te pido por favor que quites esos dibujos, vamos a necesitar esas mamparas, se van a poner …

−La última, mi preferida, no se puede ir sin admirarla, y le prometo que los quito, ¿qué ve?

−No me trate como a sus alumnos; esta bien, veo una persona con los brazos hacia arriba, como pidiendo auxilio, supongo, porque aquí todo hay que suponer, que se está ahogando, y tiene un letrero que dice Andy, también veo otro… niño, que lo está sujetando y no lo deja salir, e igual tiene escrito, Andy… ¡Se llaman igual! ¡Oh!

−Y, ¿qué tienen en los zapatos?

−Una B. Tienes 3 minutos para quitarlos, apúrese, no quiero volver a ver esos rídiculos marcos. Ya va a empezar la conferencia que les va a explicar cómo llenar los nuevos formatos, luego no digan que no saben cómo hacerlo.

−Sí, salude a su hijo Rony, pensar que fue mi alumno, ya ha de tener como 15 años, ¿cómo esta?,  ¿en qué año va?

−Tiene 16 y está en la etapa de que odia a sí mismo, ahora no está estudiando, perdió el año, ya se le pasará.

−¡Qué barabaridad! Voy a orar por él.

−No se preocupe maestra, está con los mejores especialistas. Tiene dos minutos para quitar sus dibujos. −Se va alejando.

−Voy a pedir porque se abra su corazón para que sea eficaz su terapia.

La maestra se acerca a la veintena de dibujos y los observa por un rato, fija la mirada en el que muestra una columna y arriba la palabra bullying, alrededor de la columna muchas personas que están mirando la palabra, pero, entre las personas, hay flores, animalitos, regalos, corazones, que nadie mira;  en eso llega la mujer de la limpieza, y la maestra le dice: Usted cree que están muy ridículos los marcos. Y ella responde: Un poquito.

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