Un día, el señor Delfino me contó su historia de vida, y me dijo que todos tenemos una; lo que no me dijo es que, también vivimos una historia oculta. ¡No podía creer que personas con vidas comunes y corrientes, tuvieran una historia secreta!
Aburrida, hace un año quise saber las historias secretas de las personas que conocía, y de los lectores de Página en Blanco, también. Sus vidas secretas, al no ser públicas, no estaban en las redes sociales, o en las calles de la ciudad a horas transitables. Entonces, me puse a buscar en cuanta Página, blogs, canales del YouTube hablarán del tema. Hice drones caseros para seguir a las personas, les dije a mis hackers conocidos que me ayudaran a entrar a sus cuentas; hasta me cobré favores de uno que otro detective privado, pero no pude encontrar lo que yo quería; estaba a punto de dejar el tema, cuando leí “Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.”
Un tiempo después, descubrí que se podía voltear la capa exterior de nuestro planeta, y que lo que estaba ahí dentro, podía ver la luz; y como consecuencia, las vidas ocultas estarían expuestas. Me gustó la idea, y busqué el mecanismo, el botón o la manera de activar ese cambio. Me suscribí a varios programas en el YouTube, y por fin, en uno de ellos, de pocas visitas, me dijo que no existía tal mecanismo, que dos días al año se activaba: el martes de carnaval y el día que morimos.
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