Cantares como remotos hábitos,
instrumentos de evocación,
de tonos armónicos para la mente;
piezas juzgadas por la sabiduría.
Batuta del cacofónico porvenir,
se compone un íntimo melodía,
concierto del azar para algunos,
pista de baile de los rítmicos.
El compás del razonamiento
avanza en rotación de escalas,
escuchadas en la lejanía,
reposan en partituras de arena.
Audibles pensamientos
tocados despacio, reflexionados;
el eco del saber no cesa de rebotar
y una idea puede volverse una sinfonía.
La sinestesia musical no se interpreta
yace las afinadas curvas de un cuerpo,
en la percusión de los detalles,
en los ruidos de la apreciación ajena.
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