Mi nariz como un frágil frasco guarda tu esencia, de la flor el sudor de sus pétalos,
la sangre de su tallo, el hedor adolorido de sus espinas que se aferran y fortalecen en el tiempo
como las astillas de un astro.
Aún guardo el débil olor de la primavera, el perfume del golpe de piedra, de brizna, de amanecer.
Mi nariz como la moribunda rosa en un manicomio de vidrieras guarda tu perfume, canto de olores hecho rocío,
espejos de los años. Mi nariz también te amó y tuvo de tu aroma su desnudez.
Tu imagen de corola abierta a la tempestad de la noche y su caricia de lluvia,
son fuentes silenciosas de donde mi nariz bebe.
Dulces y locas son tus aguas que la colman y la hacen soñar que te busca entre la multitud de hediondos jardines.
Mi nariz también te amó, pequeña perfumería de reflejos y recuerdos, de rostros tuyos y sus ecos más libres.
Canta niño, canta, deja que las libélulas tatuadas de tu piel perfumen de memorias mis cabellos,
y venga en esta noche gélida esa imagen recreada en la soy pétalo entre tus dedos, una brisa de nubes lejanas
que buscan nido en tus besos, una sombra en día soleado que busca aventura y descanso en tus pies.
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