A los argumentos alguien les hizo un agujero y se les salió la verdad… solo quedaron argumentos.
Alguien más miro a los lados y luego los relleno rápido con poder de convencimiento, de manipulación, o algo así.
El éxito de la operación se puede ver en los tatuajes en piel, ropa y neuronas; los alimentos que ya no se consumen, y en los libros que se dejaron de leer. “Mira, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro.”
Por cada violación a nuestra libertad que nos publicitan, entran como el Caballo de Troya, muchas violaciones más, agazapadas en las pilas de los móviles, o en el smog cotidiano.
¡Nadie se cuestiona nada, nadie! Tal vez, uno que otro que se ve uniformado con los que ve de reojo, y no sabe cómo llegó a tener los mismos gustos, aversiones y opiniones que ellos.
Cada generación es producto de un chasquido de ideas resonando en las cuerdas de su ADN aprendido… y eso nunca falla.
Si Diógenes apareciera ahora, con su lamparita de led anunciando: “Busco un hombre.” Sólo encontraría seres paradójicamente pensantes… La tecnología y la uniformidad de visión de vida lo demuestran.
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