El emigrante

Tito parecía una sombra sobre la silla, su cara pálida y su delgadez insinuaban que llevaba días sin comer y que si le ofrecían un poco de anestesia en ese momento  no duraría en aceptarla. Los ojos le dolían por el peso de cargarlos abiertos durante los 9 días que duró su viaje hacia la frontera. En ese momento aún debía conservarlos intactos y fijos ante el policía que lo interrogaba. El policía era un hombre alto como de unos 50 años, rubio pero con facciones que delataban su mezcla latina y norte americana. Miraba con gesto firme y grosero la cara del joven de 25 años que en su expediente aparecía como Tito Filomeno Contreras Paz y ya llevaba su tercera taza de café.

__¿Tienes familia Tito?

__Si teniente, ya le dije, una madre, una hermana, un sobrino hijo de mi hermana y un perro

__¿ Y tu padre Tito?

__Murió hace cinco años ¿por qué me pregunta lo mismo sobre mi padre? Como ya le dije se cayó de las escaleras de la casa.

__Mira Tito, aquí en tu expediente dice que eres Cubano, que naciste en la Habana y que desde hace siete  años te mudaste a México junto con una orquesta de salseros en la que tocabas la trompeta y la guitarra y que también de vez en cuando un poco de piano. Todo eso es muy bonito. También veo que lograste reunir el dinero para apoyar la salida de tu hermana, de tu padre y de tu mamá  y  eso me parece genial. Solo hay un detallito turbio, que asesinaste a tu padre lanzándolo por las escaleras y que cumpliste cinco años de prisión.

__¿Cómo es que sabe todo eso?

__ Todos los criminales tienen un expediente que sale a relucir cuando intentan mudarse de país.

__Yo no lo maté teniente, él se cayó por accidente pero como estábamos peleando los vecinos me acusaron. Mi padre era un borracho y perdía el equilibrio, estaba encabronado y no se fijó en los escalones, se vino abajo con botella y todo y además de partirse las costillas se clavó una astilla suelta de un escalón en la cabeza. Encontraron testigos  de que yo lo golpeaba y aunque mi madre me defendió con su testimonio me dieron cinco años por no encontrar más pruebas.

__ A ver Tito, tu historia del pobre niño maltratado por el padre borracho es muy conmovedora y tu inocencia libre de cargos más pero tenemos que llamar a México y suspender tu expediente por unos días hasta recibir más noticias acerca de tus cargos. Si todo está bonito y al piano contigo te dejamos acogerte a ley de ajuste cubano para que transites las calles limpias y hermosas de nuestro país, ten en cuenta que no podemos dejar a un criminal marcharlas con sus antecedentes.

__Teniente yo le juro que no lo maté y cumplí mi condena, por buen comportamiento me sacaron antes.

__Si dices la verdad no tendrás problemas pero tenemos que retenerte unos días nada más.

Después del interrogatorio dos oficiales llevaron a Tito hacia la celda del despacho migratorio. En ella se encontraban varios que como él quería encontrar la visión de la estatua de libertad. Su nuevo dormitorio era pequeño y tenía un ventana muy alta como para que nadie se asomara pero era suficiente para que entrara la luz del sol. Sólo había una cama mal hecha y sin colchón donde descansaba una mujer con un niño de un año. Junto a la rejas estaba un hombre ya mayor con dos adolescentes que se recargaban en el como si aquel hombre representara su salvación. Era una bella muchachita de 14 años y un muchacho como de unos 16 que al igual que Tito se le notaba harto de aquella situación sin salida.

Tito se sentó a esperar en el rincón más oscuro de la celda y sacó su pequeño morral un nuevo testamento ilustrado. En ese momento lo único que realmente deseaba era pensar en la tierra prometida  de la que tanto habló Jesús. El sueño lo vencía pero él quería imaginarse los milagros del mesías, que el agua se volvía vino y que de un costal cualquiera salían peces y panes. Por fin el cansancio lo sumió  en una visón. Él, Tito,  llegaba a un tranquilo lago donde estaban su padre y Jesús conversando. Su padre se veía limpio y peinado y en su rostro ya no se dibujaban las ojeras del alcoholismo. Jesús mantenía su aspecto tranquilo de siempre.

__Jesús, Jesús tu sabes que soy bueno, que yo no maté a mi padre.

__Lo sé hijo ¿quieres que trasforme en príncipe? Yo tengo el poder de transformarlo todo.

__Si, por favor, yo quiero que pongas tu mano sobre mi hombro y te seguiré si dejas que me dejen pasar la frontera, me volveré pastor y predicaré tu amor.

__Si, hijo, yo te haré príncipe de los caminos que tengas que cruzar y trasformaré tu vida, nunca más tendrás que mendigar el diezmo que te corresponde.

Jesús se levantó dispuesto a tocar el hombro de Tito y cuando ya casi lo rozaba con sus delicados dedos, el cielo de la visón se tornó gris, una lluvia torrencial salida de las compuertas de las nubes lo inundó todo, el padre de Tito se hundió en el pantanoso lago y bajo los pies del joven la tierra abrió sus fauces. El paisaje se transformó en un monte donde Cristo yacía muerto en su cruz, sus discípulos y su madre se disponían a bajarlo y a Tito una angustia profunda zarandeó  sus huesos hasta despertarlo por completo.

Cuando Tito despertó ya era de día y uno de los guardias de la noche anterior lo observaba minuciosamente desde la reja, había detectado el tatuaje que relucía en el abdomen del joven. Era una clave de sol ardiendo en unas llamas.

__ Bonito tatuaje señorito músico. No debimos ver eso, pero tu descuido nocturno lo descubrió. Parece que soñaste muchas cosas feas.

__¿Por qué no debieron verlo?

__Los tatuajes son de criminales y tú necesitas pasar por hombre limpio.

__Los tatuajes son de artistas también. Yo amo por encima de todo a la música.

__Pues si quieres ver la estatua de la libertad debes deshacerte de él, con la clase de expediente que tú tienes no podemos dejarte pasar la frontera con esa obra de arte en tu panza.

__Pues no me lo pueden quitar y tampoco tienen derechos que los protejan. El cuerpo de uno es de uno.

__En esta vida nada es de uno niñito, por si no lo sabes vete enterando. Ahora eres de la frontera, un ilegal más.

El guardia con risa cínica salió y en unos minutos estuvo de vuelta con otro de los oficiales del día anterior. El segundo también tenía cara de degenerado. Sin dar explicaciones sacaron de la celda a Tito y lo condujeron al pequeño patio que estaba detrás de las oficinas. Tito sabía que era la última vez que vería a su tatuaje así que lo observó como si estuviera despidiendo a un amigo. Recordó que ese marca era el emblema de su pasión por la música y que la idea de hacérselo había sido de su primer y único amor en Cuba. Llegó a su mente la imagen de Mariana, la chica de grandes ojos negros como las fosas del malecón y de anchas caderas en las que la brisa del mar se golpeaba, era la más bella de todas las mujeres que había conocido Tito  hasta ese día y él había obtenido su amor con la música cuando le hizo una serenata con su primera guitarra. Ese   símbolo diminuto que ese instante se perdía en las llamas de su hambre y de su sed era no lo único que en verdad podía recordarle a esa chica que posiblemente dormía en las fauces de algún tiburón o en la cama de un viejo europeo.

Después de la ceremonia del recuerdo, los oficiales procedieron como habiendo esperado que el chico se despidiera de la imagen  como última voluntad y sin mucho espaviento ambos apoyándose   de una improvisada antorcha que acababan de hacer   quemaron el tatuaje de Tito. El dolor fue terrible y se prolongó hasta que el joven cayó desmayado y el miedo a matarlo frenó a los policías. Los dos corpulentos hombres le echaron un poco de agua en la herida para ocultar el mal y rápido como si no hubiera sucedido nada lo volvieron a conducir a  la prisión.

Al día siguiente el dolor de la herida despertó a Tito, aunque la quemadura sanaba bien  porque los degenerados no habían causado daño mas que al tatuaje el ardor era insoportable de tolerar. El joven intento pedir ayuda  a la familia que estaba el día anterior pero ya nadie lo acompañaba en la celda. Afuera había mucho movimiento, al parecer el problema con la familia se había resuelto, en ese momento se le antojo tanto escuchar la voz de su madre en la línea y deseo informarle que a pesar de todo estaba vivo, pero recordó que el  celular se lo habían quitado en el proceso de inspección. ¡Pobre Tito! Escuchó decir al aire y se reconfortó por unos segundos hasta que uno de los policías que lo había atacado se paró frente a él.

__Buenos días señorito, tenemos por orden del teniente que revisar tu morral, es por cuestiones diplomáticas, ya sabes, si vas a pasar al otro lado tienes que llegar limpiecito.

__No tengo nada de valor en el morral, sólo cosas personales que necesito para sentirme seguro.

__jajajajajajaja aquí  no hay nada seguro mijo, salté por las buenas y enséñame ese morralito o te saco por las malas.

El joven Tito cedió ante la amenaza del guardia, sabía que una desobediencia le costaría perder más de lo que ya había perdido el día anterior. Sin chistar entregó el pequeño saco que pendía de una cuerda mal hecha. Ese morral se lo había fabricado su hermana cuando eran pequeños y en la escuela les impartían manualidades. Era feo y viejo pero para  Tito representaba el amor de su hermana que con sólo 7 años se había envalentonado a regalarle algo hecho por ella a su hermano mayor, siempre lo llevaba consigo, incluso cuando se presentaba en los conciertos más abarrotados de gente. A pesar de encontrarse en semejante situación aún Tito podía contar  con el orgullo de ser un gran y aclamado músico dentro del medio de la salsa; era un experto bailarín,  nunca le faltaba entre sus manos la cintura de alguna chica que quisiera irse a la cama con él. Pero que le podía importar eso en medio de la frontera ante un grupo de policías y tenientes corruptos. Sólo pensaba en rescatar lo poco que le quedaba de su hombría en aquel saco que lo había acompañado durante toda su vida y en  ese justo momento Tito pudo ver la raíz del amor y como crecía adentro de su mozo corazón dando fuertes y robustas ramas donde las flores crecían con precipitación,  la visón fuera hermosa si no estuvieran en ella dos grandes cuervos que las picoteaban con fuerza.

El oficial volteó el morral y el contenido lo arrojó al piso para poder estudiarlo mejor. Realmente eran cosas de poco valor, un nuevo testamento ilustrado con una portada ya gastada por el uso, una playera que tenía ilustrada la Isla de Cuba con una mujeres bailando encima alrededor de las palmeras (un diseño chocarrero sin duda, pero era la primera playera costosa que  su madre le había regalado a Tito cuando este cumplió sus 15 años) y lo más significativo era una cadena de oro de 10 kilates que su padre le había heredado tras ganarla en una de las apuesta de sus borracheras. A tito le gustaba mucho porque de ella pendía un pequeña mujercita de oro que mostraba un reluciente cuerpo desnudo y precisamente tenía un parecido con la imagen de Mariana perdiendo su virginidad.

El guardia hizo un gesto burlón y se metió la cadenita en uno de sus bolsillos. La demás pertenecías las guardó en el morral y tras hacer un gesto autoritario le insinuó a Tito que lo siguiera. Otra vez lo llevó al patio del día anterior  que en esa ocasión estaba fangoso a causa de las lluvias. En medio del espacio yacían los restos de una fogata que seguramente encendieron para caletearse y beber bajo el frio nocturno.

Tito ya presentía lo que ocurriría así que  nuevamente tomó la iniciativa de despedirse de todo lo que realmente significaba para él. Le dieron unos largos minutos porque la fogata no se encendía pero   cuando por llameo, el policía ante la mirada desamparada del joven lanzó el morral a los dientes del fuego. Rápidamente se consumió todo, mucho más rápido que el dolor del joven que también en ese día había visto las raíces de la soledad que subían por su cuerpo y lo hundían como una piedra bajo un árbol.

Así pasó una semana en la Tito no fue molestado porque había gran alboroto en las oficinas a causa de más inmigrantes que llegaban. Esos fueron 7 días ajetreados en los que las puertas sonaban y no faltaba alguien en los asientos de los inspeccionados. Los que no tenía cargos ni antecedentes penales eran inmediatamente transferidos pero algunos como Tito comenzaron a llenar la pequeña celda. En un principio eso le pareció divertido al joven pues ya no estría solo y si los guardias llegaban a torturarlos quizás pudiera ganar un amigo entre los rehenes. Pero todas esas conjeturas del muchacho fueron vanas. Entre los inmigrantes detenidos se hallaba uno al que le decían El Vergudon y efectivamente haciéndole referencia al tamaño del paquete que ocultaba entre la piernas. El Vergudon era un joven alto, de buen cuerpo y con cara de tonto. Venía de Mexico y había estado en un reformatorio de menores por matar a su prima a los 15 años. Ahí se ganó el nombre del Vergudon porque torturaba a los más débiles y les quitaba la virginidad como un verdugo. Desde que lo vio Tito supo que era alma sin escrúpulos y que tenía que estar calladito sino pasaría a ser víctima de ese hombre que posiblemente se  aliaria a la maldad de los guardias.

Y así fue, al octavo día llegó El Vergudon junto con otros rehenes a la celda de Tito y desde que se miraron, ámbos supieron cuál era su destino. Tito se arrinconó tranquilo  en el  lugar más oscuro del cuartucho pero de nada le sirvió, justo esa noche los guardias estaban ociosos y querían bufones para calmar su ansiedad; así que conociendo el historial del Vergudon lo hicieron salir de la celda a cambio de unas cervezas, tras él sacaron a Tito a cambio de nada porque la amenaza de que si no salía era una buena paliza antes de que llegara a Estados Unidos.

A los dos los llevaron al mismo patio de la tortura. Era ya muy noche, como la una o dos  de la madrugada y nadie parecía estar cansado. El fuego de la fogata danzaba en el centro como profetizando el fallo de los dioses, el alcohol se movía de mano en mano y las risas por la cara asustada de Tito no parecían tener fin.

__Vamos Vergudon enseñale a mover el culo a este cubanito. Que aprenda a darle algo de fama a su raza.

__Ponte en el centro Vergudon campeón y muéstranos lo que es bautizar.

El Vergudon comenzó a motivarse ante las alabanzas de los guardias que ya no eran los dos de la primera tortura de Tito sino muchos que venían a presenciar el circo que la noche les traía. Tito estaba pálido y frio del miedo, sabía que no tenía salida de aquella apuesta de la vida y decidió aceptar  su pérdida. El Vergudon lo arrastró con fuerza al centro de la arena y sin muchos movimientos porque era un experto en ese tipo de casos le metió el pene desgarrando completamente el ano de Tito. Se escucharon tras el grito de dolor del joven las risas y las exclamaciones de los policías.

El dolor de Tito le parecía poco al Vergudon que se regocijaba de placer ante la virginidad perdida del chico. La tortura solo duró 15 minutos porque el placer del verdugo aumentaba con los gritos de dolor. Pero tampoco era suficiente aquellos para los guardias que querían quedar en la memoria de Tito. Después de la calentura El Vergudon se transformó en un ogro, tomó por el cuello a Tito y golpeó varias veces en la cara contra pavimento del patio. Estaba desenfrenado ya que su venida no había llegado a punto álgido que deseaba.

La sangre comenzó a salir sin control del rostro de Tito que por unos segundos pensó que esa sería su última visión de la vida, así que se despidió en su memoria de todos los que amaba y hubiera muerto  si no es que lo guardias comprendieron que El Vergudon lanzaba golpes a matar. Lo lograron detener a tiempo con unos cuantos golpes y levantaron a Tito deshecho. El rostro del joven estaba sumergido en tanta sangre que estaba completamente irreconocible.

Al noveno día Tito despertó rodeado de muchos oficiales que en esa ocasión parecían apenados ante el aspecto del joven, tanto que lo trasladaron al baño para lavarlo y dejarlo lo más decente posible. Ahí Tito pudo ver su rostro y todas las heridas que tenía en el cuerpo. La quemadura del abdomen estaba  casi curada y el eco de su dolor se percibía  menos pero  casi no podía sentarse y su rostro estaba tan maltratado que ni en un año volvería a ser el mismo. Después del baño lo condujeron a la silla de los interrogados ante el teniente rubio de aspecto latino.

__Ya tus papeles y la investigación está en orden. Por lo que veo decías la verdad. No hay cargos en tu contra y por las leyes no puedo prohibirte acogerte a la ley.  Como no tienes familia en los Estados Unidos te hemos asignado un estado y una comisión que se hará cargo de guiarte hasta que tengas tus documentos legales.

Tito estaba hecho una sombra frente al teniente, sus ojos le pesaban igual que hace 10 días cuando llegó, pero ahora era libre, así que dio las gracias y se dispuso a salir de aquel barracón de sus días terribles. Al cabo de una hora estaba afuera puesto en la franja que divide a México de Estados Unidos, caminó unos pasos y miró al cielo en el que  una hermosa bandera Estadounidense se movía con el viento. Era realmente bella con sus estrellas que en ese instante a Tito le parecieron muchas como si todas hubieran bajado a beber el azul de ese pedazo de tela. El joven se sintió como una de esas miles estrella  varadas en el  firmamento de la libertad, no miró atrás y continúo caminando hacia el camión que los sacaría de esos rumbos, pero antes recordó que aun tenía algo de valor que no le habían quitado, indagó en sus bolsillos y encontró la sortija de compromiso de sus padres, de tres oros, hermosa y reluciente, simuló que iría a orinar y en realidad la enterró, sin alguna expectativa porque en realidad solo quería alejarla de los ojos malvados de los policías.  Cuando ya estuvo sentado en el vehículo pudo ver a través del cristal de la ventanilla toda su vida, todo lo que dejaba por el vacío incierto del futuro, no sentía miedo de él pues sacó un pequeño espejo que había robado del baño cuando lo aseaban y puedo ver que ya ni se conocía, que ese que había vivido en México era otro muy distinto al que partía en ese camión de inmigrantes. Entonces pensó que en un año cuando fuera un ciudadano en  los Estados Unidos se cambiaría el nombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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