Corredores de noche
suaves, lentos cambian de lugar
ojos rasgan una penumbra tersa
un cuerpo de constelación reposando en las sábanas .
Pasaban las horas de fruta podrida
cayendo el silencio;
ella sentada en el borde de la nada
con los ojos cerrados cantaba,
lluvia danzante en la ventana,
ella sembró en mi mano un árbol
árbol metálico
árbol muerto
creció y mis ojos lo dejaron de ver,
alguien canta,
se secó y todos los silencios se hicieron presentes.
Hay noches en que ella duerme, gritos,
terrores de puertas cerradas
y luces muertas,
sus ojos iluminan la noche, faros hacia la inmensidad,
calla, observa la rosa seca,
la ventana y las luces que se van alejando,
duerme, canta, sueña que devora la manzana
caen sus uñas y dientes.
Sueña
flota en el río Ganges entre cadáveres
otros se bañan con su pureza,
celebran la caída de los muros de la percepción
ninguno de ellos tienen ojos
se los entregaron a los muertos
que enterraron durante las mil trescientas noches
en que la guerra y el hambre
florecieron como margaritas.
Sueña
la revolución,
camina: entre montañas de muertos
que incendian en las calles
busca a su madre que fue a caminar descalza
entre balas y olvidos con los ojos cerrados,
entra en un cuarto podrido por luz de velas e incienso
tres ancianas vírgenes con un solo cabello reposan en la cama
abren un ojo, hablan con el suspiro del polvo,
ella no busca a su madre sino a sí misma.
Sueña
camina entre tierras abandonadas por el sol
una sombra de hombre la sigue;
se acaba el camino
se quedan solos
y una ave cae muerta
se vuelve semilla; crece un árbol,
la sombra se fue,
todo es verde,
ella vestida de rosas sentada en el tronco
tú sentado a sus pies, la ves unirse al árbol,
se besan, ríen,rielan, luz.
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