−Por fin me enviaron mi carta de aceptación para irme a trabajar a la Isla NTCH2100. Me voy el próximo año, 2109. ¡Estoy muy emocionada! –dice Thania mientras se levanta de su escritorio toma su lap y va a ver a su mamá!
−Muy bien hija, eso querías, te lo mereces, siempre has sido una hija casi perfecta, cumples los estándares requeridos, me alegro por ti, pero me da tristeza que ya no te pueda volver a ver. Sabes lo que pienso de este estilo de vida. Solo te pido que no te vayas a enamorar de un androide.
−¡Cómo crees, mamá!, eso es un mito. Lo que hay es tecnología de punta en todos los aspectos; lo último en estudios psicológicos para un alto rendimiento; la comida es toda de altos niveles nutriológicos; el deporte, descanso, todo es perfecto; no hay corrupción, flojera, o desorden. Es el sueño del Super Hombre hecho realidad.
−Pues yo no estoy convencida de eso; no me checa un mundo de super hombres y super mujeres hechos con hombres y mujeres imperfectos como los conocemos. Nunca pensé lamentar tener una hija tan perfecta como tú, puros dieces en la escuela, licenciatura, maestría, hábil para cualquier deporte, artista al 100 por ciento, disciplinada, inteligente, lectora incansable, políglota, y buena hija, pero, lo que más lamento es que te laven el cerebro con sus ideas hasta creer que ya mataron a Dios. Dios es amor, es inmatable.
−Mamá, ¡ya hemos hablado de esto muchas veces! Es mi decisión, es como ir a otro planeta en donde no hay defectos. El cuidado de la ecología está por encima de todo; la democracia, la tolerancia, la ayuda mutua, la paz están como valores constantes; y la confidencialidad es esencial para todo el trabajo que ahí se hace, ¡te imaginas!, poder relacionarme con personas como yo, todo el tiempo, que buscan el mismo ideal: ir a pasos agigantados a la evolución del ser humano, y ver hasta donde podemos llegar, en lo individual y lo colectivo, sin importar razas, idiomas, o creencias.
−Se me hace muy mecánico, hija, es como un juego de ajedrez jugado por expertos ajedrecistas, que pueden anticipar o predecir jugadas; nadie podrá cometer errores, o hacer una jugada no lógica en este sistema, siempre serán las jugadas correctas, pero, la libertad del hombre, sus emociones, sus decisiones ¿en dónde quedan? En fin, nada de lo que te diga podrá convencerte de lo contrario. ¿Cuándo te vas?
22 años después de que partió Thania, su mamá recibe un obsequio de una marca comercial.
−¡Dos mazos de cartas inglesas! Yo hace mucho que no compro esta marca, y menos juego cartas. Yo creo que se equivocaron. Pero, como están a mi nombre las voy a abrir. ¡Oh, qué es esto, entre las cartas?, un papel, ¡es la letra de Thania! Pero si mi hija murió hace 3 años, mis lentes, veamos qué dice: “Mamá, no tengo tiempo de escribir todo lo que podría decirte, solo unas líneas, todo aquí es confidencial, después de leerlo quémalo. Primero te digo que te quiero mucho, y no sabes cuánto lamento no haber podido ir a verte o que vinieras. Tenías razón en lo del ajedrez. Al principio fue como te decía, pero después todo cambio, pues, aquí no hay lugar para la imperfección. Me enamoré, y no fue de un androide, tuve unos gemelos, uno nació enfermizo, y me dijeron que murió, pero yo estoy segura que lo mataron; el otro, no era como yo, o su papá, era distraído, no le gustaba estudiar, y prefería jugar futbol; me lo quitaron para educarlo, no lo volví a ver, un día me dijeron que se había suicidado, pero, que no lo creí. Sentí, entonces, esta isla como una cárcel de alta seguridad, con horarios fijos, regímenes alimentarios predecibles, A mí me dio depresión, y no quise salir de esto, a pesar de toda la ciencia médica y psicológica de punta a mi servicio, luego, me internaron, y creo que me van a quitar la vida… te escribo esta carta, y Alex, el papá de mis hijos y el amor de mi vida, se va a encargar de mandártela. No te preocupes por mí, recuperé mi capacidad de decisión aunque me cueste la vida; no soy perfecta, no soy una super mujer, no me gusta tanta confidencialidad, no me gusta no poder salir de aquí, no me gusta que me laven el cerebro, no me gusta haber matado a Dios y haber usurpado su lugar. No voy a jugar la pieza, ni la posición de ajedrez que todos esperan… perdóname Alex, perdóname mamá. Pero, necesito volver a ser yo. Un abrazo fuerte, fuerte. Ojalá, un día conozcas a Alex.”
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