Mañana ya no estaré, te quise, no lo dudo mi niña, elegante mujer seductora, pero hoy llora mi corazón pues son más las llagas que la tentación de tu cuerpo y la paz de tu beso, se han vuelto los estragos, que me recuerdan la caída de Berlín entre las sombras rojas y muertos a mis pies, como si yo hubiera declarado su destino.
Decepción de tal tentación deja una estela de perdición, un cuento de hadas sin feliz final, del naufrago que despertó entre fieras que empezaban a saborear su carne herida, a medio día y media noche; yo también deseaba que muriese aunque ese buitre tan solo quería comer no matarle.
Hago un pacto con esta infeliz rosa que si se puede convertir la neblina en un tierno y caluroso amanecer, el bien en lo perfecto y el mal desaparece, y la tentación sea bendición , juro: quizás volveré.
Ahora parto, un beso de despedida, no quisiera volver hasta que el diablo sea un santo, quizás muy pronto, déjame tentación volverá los sueños para no volver a los profanos deseos.
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