Tus besos caen sobre mi cuerpo
como las hojas de un árbol,
llegan a él otoñales
liberando su último aliento.
La piel húmeda, fértil tierra
rociada por la esencia de la nubes
recibe sus postreros estertores,
su danza final de brisas.
Llegan a él, a sepultarlo
como las hojas a los caminos
cuando van en procesión,
con los secretos de la cima de los árboles
hacia las puertas del sol.
El cuerpo desnudo,
lecho, tumba,
los abraza, los entierra, los guarda
en el origen de sus labios,
en su corazón de semillas.
A tus besos que han tocado al cielo con su vaivén
y que aún se conservan mojados por la lluvia,
a tus besos que llueven susurros
sobre la intemperie de mi alma.
Caen sobre mi cuerpo,
como las hojas de un árbol,
llegan a él otoñales,
yo soy el camino hacia el horizonte
por el que van en procesión
con el ocaso cantar de las aves.
Mi cuerpo es sepultado por su danza de suspiros
que se quedan como huellas de rocas sobre su tierra,
es abierto mi cuerpo como una fosa,
y en ella todos mis miedos,
mi pasado infértil de flores
quedan enterrados,
Emerge del suelo el tallo sin espinas de mis penas y mis dichas,
todo el viento de mi corazón sale a su encuentro,
como un ave que por vez primera ve al sol
y con su aire y su luz se funde.
Tal poder tienen tus besos,
que en su marcha al horizonte
se llevan como ramas
los escombros de mi alma.
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