Mis células olfativas dejaron de tener memoria de mí, para tenerla de tí.
Ni mi perro me reconocía al olerme, ni mi perfume al mezclarse con mi piel.
Temo irme desapareciendo cuando disminuya tu aroma en mí.
Ya no estas aquí, ya no estas a mi lado, y, ¡eso se percibe!
Muero, pero, ¿a quién heredaré la poca fragancia que ahora aprisionan mi sentidos?
Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo: su tiempo el abrazarse, y su tiempo el separarse.
Maderas, frutales o cítricos dejaron de tener sentido para mí; caricias, besos, miradas… también.
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