Como un niña besada por pájaros en la frente
revive aquella tormenta de las luces de tus ojos
y entre sus manos se arrullan mi alma y mi cuerpo.
Oh alma adolescente que se deja envolver por tornados de agua,
por esos abismos de ríos , danza de alas y bosques
atravesada por el sol, discurso de fuego desnudo que liberado
emprende el vuelo hacia las ventanas de mis ojos.
Con un solo bosquejo, en llamas revivo , en semillas de lumbre de un nuevo firmamento.
A qué lejanas playas de mi niñez me han conducido tus ojos,
tormentas que pueden recordar sus raíces de relámpagos.
Se han encendido de nuevo los sueños del agua,
la fiebre trae consigo luceros, un sudor de viejos ecos sobre la piel.
A qué ocultos rincones de mis deseos me llevas,
lugares que ya no reconozco, de cálidos fantasmas hambrientos
En qué silencio hemos caído de este oscuro arcoíris,
en qué sacrificios de la piel a cambio de miradas lejanas,
en qué luces de obsidiana nuestros corazones buscan estrellas.
Solo uno de tus besos en la niebla del deseo y los cuervos de mi frente se iluminan,
las lágrimas eclosionan en destellos de luna; la memoria se vuelve algo más que un cielo,
y es tormenta de nuevo el palpitar del corazón.
A qué lejanos lugares nos lleva esta furia de jinetes, estos golpes en el viento de fuego y agua,
esta búsqueda de la lluvia perdida. no sería mejor parar, dejar allá los años, los niños,
y los castillos de arena agonizando bajo los tórridos días.
Qué faros reviven entre esta danza de olas, vuelvo a sentir los altos colores del mar abierto
como una aventura verde hacia la luz; los caminos se desvisten de este mundo.
Me hablan el Fénix y el cielo, y atravesado el corazón por la fiebre y el delirio,
y el silencio de tu nombre, es un puerto en permanente espera,
un horizonte por donde se levanta y oculta tu rostro.
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