Nadie puede decir que soy impar, siempre está ahí como una sanguijuela, mi soledad.
La invite a salir de mi casa, pero no encontró la puerta. Se sentó junto a mí a hacerme compañía.
Leímos juntas que hay cientos de miles de personas solas en el mundo; su tendencia va hacia la alza.
Ahogué el sonido giratorio de su presencia con el trapo sucio de mi cocina integral; alguien tocó la puerta y me dejó un volante: Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan. Entonces, supe que no resucitaría esta vez.
Impactos: 0