El hombre
II
Nacido entre sombras solubles
Rocío y rocas
Creció entre árboles milenarios
Como esos sueños abogados en el barro
Su piel de barro
De maíz
De corteza de árbol.
Solitario caminó entre selvas eternas
Tierno creció entre jaguares
Y aves devoradoras de silencio
Sus ojos jugaron con la oscuridad
Y el trueno le dio el fuego,
Las rocas las armas.
Dibujo en las paredes las muertes que provocó para espantar a las fieras de la soledad
soledad del sol árido
Que consume su piel.
Yo , el hombre quise ser fuego
Roca, bosque
Canto y lluvia
Para ver más de cerca las estrellas erguido caminé.
Para expulsar el vacío cree la palabra,
Pero el abismo se abría como flores de invierno
Se abría más que la profusa noche de otoño en que se quedaron solos,
más que el silencio taciturno de los muertos.
Con las rocas cree mi hogar,
otros como yo me siguieron,
crearon dioses y mentiras,
cosecharon música y flechas,
nacieron templos y reglas,
caminamos solos como el silencio de las sombras,
entre las lluvia y fiestas fértiles,
éramos uno.
Hombres crecieron,
y fuegos celestes.
Hombres nacieron ,
tiranos se convertieron y gobernaron
héroes desencadenados les declararon la guerra,
la guerra devasto las tierra y las tinto de sangre,
todos murieron, lluvío durante diez años.
Nacieron más tiranos, ningún héroe más,
nadie los detuvo,
se guardaron debajo de la piel y las uñas,
se les vio arrasar con los valles y árboles,
y construir ciudades
monumentos a su “inmortalidad”.
Un gélido silencio,
un olvido trepidante
se posaron ante los dinteles de cada puerta,
anidaron en el alma
o quizás siempre estuvieron allí observado todo detrás de nuestros ojos,
y sólo florecieron detrás de nuestros pasos,
deshojando un olor a muerte.
Luvia; todos se resguardan,
viento que desola los huesos,
silencio seco,
el enarbolado deseo de morir
que oprime el pecho,
dormir entre muertos,
vagar sin vida entre paramos desolados,
y no morirse nunca.
Luego el caminar de viento solitario
silbar a los abismos,
descubrimos en nuestra sombra
vernos en el reflejo del agua,
no ser nunca, caer siempre,
al infinito abismo
dentro de nosotros,
calles, sombras y roca,
el pasar de los siglos envenenados
como el caer de las hojas
entre el viento y la lluvia.
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