Intento dormir sobre tus fotografías
mas los intranquilos restos de tu voz me despiertan
hundiéndome en la tempestuosa melancolía.
La sombra de tus manos hurta y saquea el perfume que dejaste en mi cuerpo.
Tu olor me embriaga del café olvidado sobre nuestra mesa,
donde las manzanas se pudren y las hormigas se devoran el ázucar,
y un gato sin dueño toca la guitarra.
Entonces veo como tus besos putrefactos
escandalizan a toda la casa en vigilia,
merodiando como ecos en mi piel seca,
por mis piernas hasta mi cabeza.
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