Miro la selfie y veo una presa al tope, detenida por una compuerta del tamaño de la decencia, y 2 amigas más.
Cientos de gotas en forma de historias románticas ajenas, retan a la ley de la tensión superficial todos los días, en aquella construcción, y por probabilidad comprobada, en otras más.
Me uno a los cientos de millones de litros que esperan formar los tsunamis artificiales, no detectados por SNDAT OSSO, en la zona acordonada de neuronas dedicadas a la imaginación.
Llego tarde a la aglomeración de revoluciones no de corte político, sino hormonal, que se leerán en los diarios digitales, en forma de regalos de San Valentín; pero muchas de ellas se apagarán por falta de atención.
Me planto frente al Dios que es amor, y después de felicitarlo en su día, le hablo con sinceridad. Pedir y se os dará.
A la mañana siguiente, veo la foto en el whatsApp, son 3 amigas celebrando en día del amor y la amistad. Pero una de ellas, ya no aparecerá ahí la próxima vez…
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