¡Una navidad más! ¡Otra oportunidad para cumplir los sueños! Eso pensaba entusiasmado Juan Pablo en la última clase de matemáticas antes de salir de vacaciones a disfrutar de sus regalos. Eso pensaba hace 20 años, cuando según él, era un ser humano libre y soñador, hoy es un hombre ya, bueno, eso no piensa todo el tiempo porque todavía le gusta comportarse como un adolescente de vez en cuando usando los pantalones rotos, enamorándose cada semana de una chica diferente y por supuesto perdiendo casi tres horas en bañarse mientras ve flotar un patito de hule amarillo que le regalaron los Reyes Magos en su última navidad de niño cuando apenas cumplía 15 años, era aún muy joven para dejar de recibir regalos pero sus pobres padres ahí pararon el conteo. A pesar de que a esa edad él supo que Santa y los Reyes Magos eran sus papás y que eso le ocasionó su primera crisis de histeria, en el fondo de su corazoncito siempre siguió creyendo que todas esas ilusiones existían, quizás eso era lo que lo animaba a continuar con su infantilismo a los 30 años de edad, sin preocuparse en lo más mínimo en como lo veían sus familiares, sus novias o los vecinos.
Juan Pablo ha trabajado mucho, él se ha mantenido solo, sus padres desde que cumplió los 20 lo obligaron a tomar las responsabilidades clásicas de un adulto porque ya no tenían ni un peso más que compartirle, por eso es un hombre infantil pero versátil, sabe preparar pan(sobre todo roscas de Reyes) las cuales por lo general se le terminan sin tener que sacrificarse a comérselas él solo, sabe construir mesas y sillas de madera (muy bien hechecitas, pues hasta ahora nadie se ha caído de un mueble construido por él) ha sido albañil, plomero, electricista, traductor de comics, ayudante de barman(cabe recalcar que en esa profesión no fue tan bueno porque siempre manoseaba las bebidas antes de servírselas al cliente) fue en alguna ocasión sexoservidor (solo durante un año pues le pegaron una enfermedad venérea, lo que le provocó otra crisis de histeria no esperada) y de lo que más se siente orgulloso es que es poeta, en lo que considera es la última reencarnación del romanticismo. Juan Pablo se cree un genio y si lo es ¿Por qué no? Cuantas personas han contribuido tanto a la humanidad como él ¡muy pocas! Todos los televisores que ha arreglado disfrazado de súper héroe han hecho felices a los niños que no pueden tener uno nuevo.
Pero aun así nadie lo valora como es debido, hace unas semanas lo dejó Marta María y mira que esa mujer le gustaba, él se desvivía por ella gastando todos sus ahorros en el cine porque la muchachita es cine fanática y ella fue incapaz de despedirse de él, ahora está con Martín, el mejor amigo de Juan Pablo, seguramente porque tiene mucho más dinero para seguirla invitando al cine y Juan Pablo se retuerce de tristeza en compañía de su amigo “El pato de hule amarillo”
__ ¿Por qué Santa es tan cruel conmigo Patito, por qué me hace esta trastada a última hora? ¿Tendrá algún problema personal conmigo? Siempre fue un malvado, nunca me trajo lo que le pedí; siempre me hacía sufrir cuando veía que todos mis vecinitos tenían mejores juguetes que yo. ¿Yo que le hice? Nunca le que querido robar a su esposa y ni quien lo quiera, está muy vieja.
Juan Pablo siempre ha sido un hombre de hipótesis que le gusta llegar a la Tesis, él nunca puede quedarse con una pregunta, eso suele enfermarlo de curiosidad. Después de desahogarse con su amigo amarillo decidió rotundamente encontrar las respuestas a sus preguntas. Se vistió con su mejor pantalón (el único que no está roto) y con una camisa roja para poder penetrar con más facilidad el terreno de Santa, salió de su casa sin avisarle a nadie de todo lo que le daba vueltas en la cabeza.
Al llegar a las calles del centro de la ciudad por todos lados se encontró con imágenes de su objeto de estudio, Santa Claus con lucecitas de colores, Santa Claus extendiendo sus manos hacia los niños con gestos de bondad, Santa con su leal Rodolfo, Santa abrazando a su esposa frente al arbolito de navidad en Laponia, Santa jugando con los osos polares, dándoles regalos y más Santa por todo lados. Era tanta la adoración a ese personaje que Juan Pablo comenzó a sentir fatiga pero eso no lo detuvo en su febril análisis de la figura de Papa Noel. Se paró justo frente a la imagen más grande de Santa donde le daba la mano a un niño rubio de hermosos ojos azules, la imagen pendía de la fachada de la Catedral. Ahí se detuvo en estado meditativo, clavando todas sus neuronas en aquel ser rebosante del que emanaba una sonrisa enorme. Después de un rato de concentración sus ojos se iluminaron como si hubiera por fin dado en el clavo, entonces en vez de sonreír, en su expresión se dibujó la faz del odio y la repugnancia. Aquel gordo feliz había destruido a millones de generaciones con su prepotencia trayéndole solo juguetes a los niños rubios y ricos, se acordó de todos los amigos de su infancia que le presumían sus juguetes dando vueltas a su alrededor con sus cabelleras rubias, luminosas, que parecían decir
__ ¡Tu no mereces el cariño de Papa Noel, él fue rubio de niño!
Se acordó de Martín, su mejor rival que casualmente también es rubio, el infeliz siempre había tenido los mejores juguetes traídos por Santa desde el Ártico, entretanto él jugaba con su balón de goma que nadie le pedía prestado.
Juan Pablo apenas podía sostenerse en pie ante aquel descubrimiento atroz, tambaleándose busco los cristales de un auto para poder observarse. Lo que vio lo decepcionó aún más, sus cabellos negros que caían en rizos sobre su espalda, su imagen raquítica por la falta de buena comida y sus arrugas prematuras además de los recuerdos de los juguetes que siempre quiso y nunca tuvo, lo derribaron en llanto
__ ¡Maldito Santa fresa, yo siempre te puse galletitas, te esperaba con amor y hasta en una ocasión te deje una playera extra grande de mi equipo favorito que yo mismo compré con mis ahorros, maldito, maldito seas cien veces
! Eso gritaba mientras la gente pasaba despavorida a su lado por tal comportamiento irracional. En ese ataque de histeria solo pudo escuchar algo que lo reanimó, una pequeña niña (rubia por cierto) frente a él con sus caireles le pronunciaba las palabras mágicas
__ ¡Señor, vénguese, a mí también me cae muy mal ese gordo!
Apenas Juan Pablo pudo grabarse su rostro porque cuando se recobró de aquel estado de histeria ya la chica se había ido detrás de la falda de su mamá.
Iluminado por aquella receta Juan Pablo decidió fraguar un plan digno de alguien como él, ya repuesto de su crisis regresó a su casa para tranquilizarse y esperar la fecha del Gordo Santa, el 24 de diciembre cuando todos lo esperan con sus velas encendidas. Tuvo que esperar impaciente casi dos semanas, estuvo día y noche preparando todas las condiciones para su plan maestro, igualmente estuvo analizando la situación de Los Reyes Magos. Observó varios nacimientos tradicionales con los mismos ojos de análisis con los que había analizado a Santa Claus.
Esos tres personajes de tres colores diferentes, con túnicas de reyes y camellos simpáticos parecían ser mucho más humildes, asimismo no le hacían publicidad a la Coca Cola , esa infecciosa bebida que ha matado a muchos niños, se hospedaban en el desierto o en cualquier aldea sin impórtales mucho el frio o el calor, eran estudiosos(eso para él es un gran argumento) Definitivamente los tres reyes magos son otra cosa se decía Juan Pablo, hasta tienen un espacio en el universo como tres estrellas que se dejan ver por todos, en total contraposición con el caso de Santa que si quieres conocerlo tienes que tener dinero para ir al polo norte porque el muy engreído solo puede conservar su barba en bajas temperaturas, recordaba que ellos siempre le habían traído algo bonito, como un avioncito que si lo apretabas se iluminaba completamente, además de su amigo amarillo de hule ¡que generosos! eran verdaderos filántropos. Toda esta situación le provocaba gran enojo y al mismo tiempo lo motivaba más a seguir saboteando en su mente la imagen de Papa Noel que no solo era su enemigo sino también el de Los Reyes Magos.
Por fin llegó el día esperado, Juan Pablo desde su ventana observó que todas las casas esperaban con sus foquitos el aterrizaje de Santa Claus
__ ¡Mediocres! Sigan adorándolo que yo me encargaré de que nunca llegue a su destino.
Con una actitud calculadora agarró su mejor suéter, se lavó las manos como preparándose para una gran ocasión y sin titubear se fue a cumplir su cometido.
Ya se acercaba la media noche cuando Rubén se vistió de Santa para sorprender a sus hijos con la llegada de aquel ilustre personaje a su hogar. Rubén siempre ha sido un buen padre de familia y un buen esposo, su filosofía de vida se basa en seguir al cien por ciento las tradiciones tanto familiares como laborales por eso rara vez ha tenido problemas desorbitantes. En esta navidad cumple un año más de ser un hombre modelo que se ha ganado a pulmón el aire que consume en el planeta, por eso no dudó en disfrazarse de alguien que para él siempre ha sido un ejemplo de carisma y dadivosidad.
Se tardó casi cuarenta minutos en caracterizarse pero quedó magnifico, era prácticamente Papa Noel, gordo, bonachón y con una gran sonrisa. Comenzó a poner los regalos en un saco grande y justo cuando ya se disponía a salir a la representación su esposa le suplicó que fuera al Oxxo por una sidra que había olvidado comprar en el supermercado. Como siempre Rubén dice que si a todo ni siquiera se enojó ante tal petición, es más, hasta se puso contento porque podría comprar algunos dulces para sus niños. Así que salió contento de su casa rumbo al Oxxo más cercano. En ese momento iba pasando Juan Pablo con su actitud frívola y ya un poco obstinado porque no daba en el blanco, al ver a Papá Noel no dudó, se le lanzó como araña a la panza derribándolo de un solo golpe. Rubén vio estrellitas y hasta posiblemente el lucerito de La Noche Buena antes de desmayarse por completo.
Al despertar se hallaba en un cuarto muy pequeño, primero pensó que le había bajado la azúcar por los nervios de la obra que le tenía preparada a sus hijos, seguramente el hombre con cara de Cristo que estaba frente a él lo había socorrido pero al intentar moverse comprendió que estaba amarrado completamente de las piernas como de los brazos, aquel joven no era su salvador sino su verdugo. Juan Pablo lo miraba fijamente mientras sonreía satisfecho a causa del miedo que expresaba el rostro de Rubén, entretanto sostenía unos cables en sus manos con los que estaba decidido a electrocutarle la barba al supuesto Papa Noel
__ Ahora si gordo, vas a saber lo que es el calor, yo sé que te gusta el frio, pero no estaría mal que probaras las altas temperaturas que tengo para ti.
Diciendo esto con una voz que a Rubén se le figuró terrorífica, se le aventó nuevamente pero esta vez con mucha más agresividad y directo a su barba. En pocos segundos la barba postiza se polvorizo dejando al descubierto la barbilla de Rubén que por suerte no sufrió daños. Juan Pablo estaba totalmente frenético, sin darse cuenta que la barba era postiza, se fue directo al cabello de “Santa” repitiendo la misma acción de electrocutar. Desgraciadamente esta vez el calor penetró la peluca rozando el cuero cabelludo de Rubén, quien lanzó un grito desgarrador.
Ese acto ingenuo de Rubén le causó mucha risa a Juan Pablo que comenzó a saltar como un loco por toda la habitación, lo que dio continuidad al tercer paso de tortura, el vapor. Durante las dos semanas de preparación gracias a su ingenio Pablo había construido un pequeño baño de vapor en su alcoba en el cual planeaba meter a Santa con el fin de descongelarlo, hacerlo sufrir un rato y por último obligarlo a ser otro tipo de persona, o sea, más humana con los niños que no son ni rubios ni ricos. Al principio le costó un poco mover a Rubén que seguía amarrado en la silla pero después de todo lo logró. Terminó por meterlo en la bañera y como toda su fuerza apretó el botón de máximo calor sin sentir una pizca de remordimiento.
Rubén estaba aterrorizado, pensaba que sufriría una tortura similar a las que Hitler empleaba con los judíos en sus campos de concentración, sin embargo, al sentir el agua caliente caer sobre su cuerpo como hacía tiempo no caía en su casa por la falta de un boiler, se dio la oportunidad de relajarse; en caso de que llegara a morir al menos lo haría limpio. No obstante, el traje de Santa Claus a causa de tanto calor comenzó a desgarrarse poco a poco, dejando al descubierto la verdadera personalidad de Rubén. Cuando Juan Pablo detectó lo ocurrido inmediatamente corrió hacia la ventana; vio que en todas las casas vecinas los niños jugaban con los juguetes traídos por Santa, en cada hogar se percibían risas y un ambiente acogedor. ¿Qué pasaba? ¿Cómo estaba sucediendo todo aquello si él había secuestrado supuestamente a Santa Claus? Volteó a ver al sujeto que lo observaba azorado a sus espaldas, era un hombre flaco, con poco cabello y mal encarado, ya casi de 40 años y por supuesto no era rubio ni lo había sido.
A Juan le empezó a saltar un ojo de los nervios, se derrumbó en una silla y sin pronunciar palabras se quedó con la mirada fija en el picaporte de la puerta de su cuarto.
Como rayo varias reflexiones cruzaron por su mente mientras permanecía intacto en la silla; su consideración más importante fue que se había auto engañado pensando que ese sujeto era el verdadero Santa Claus, era evidente que había sufrido otro ataque de histeria que lo había hecho alucinar debido a su trauma infantil de no haber nunca recibido los juguetes que deseaba. Qué situación tan desagradable, aquel hombresucho pensaría que era un loco y por primera vez tuvo miedo de lo que pensaría la gente.
Con la certeza con la que siempre ha sido caracterizado Juan Pablo se levantó como un cohete hacia su objetivo, Rubén. Cuando vino a reaccionar, el padre de familia yacía muerto en el piso a causa del fuerte trancazo que se había dado contra la pared. Por momentos Pablito sintió miedo, culpa, un sinfín de emociones que nunca había experimentado tan intensamente. No podía ser de otra manera pues aquel hombre lo delataría, lo declararía como un loco.
Eso pensaba Juan Pablo mientras cavaba con detalles la tumba de su víctima debajo de su cama, ahí nadie se atrevería a buscar. Al terminar la difícil tarea, se sentó a tomar un respiro en su cama y vió el traje casi destruido de Santa que estaba en la entrada del baño de vapor. Aún podía ser rescatado así que decidió reconstruirlo, una nueva idea le había iluminado la cabeza. No le llevó mucho tiempo reconstruirlo porque también dentro de sus múltiples talentos está coser. Terminada la indumentaria se la puso mirándose frente al espejo como poseído por el espíritu navideño, era un Santa Claus muy flaco pero al fin y al cabo un Santa, ahora el sería la competencia de Papa Noel, pero flaco con un verdadero sentimiento altruista, así podría hacer justicia, por fin los niños rubios y ricos dejarían de tener todos los regalos de los que privan a los niños pobres que no pueden pagar escuelas privadas.
Un nuevo Santa con una barba mucho más larga que la tradicional abrió la puerta de su casa, sus padres al verlo se pusieron felices pues hacia mucho que su hijo no se veía tan animado, recordaron cuando en algunas ocasiones mucho más joven se disfrazaba y animaba a la familia imitando a Papa Noel con su clásica risa. El fresco Juan Pablo salió a las calles y toda esa noche se la pasó robándose los regalos de los niños fresas de su vecindario (también sabe abrir puertas pues en alguna ocasión fue cerrajero) Robó como nunca lo pensó hacer y por cada juguete robado visitaba la casa de un niño pobre para llevarle su recompensa.
Como es debido terminó la navidad. Cuando llegó el día de Reyes preparo una deliciosa Rosca que compartió con tres Reyes Magos callejeros que encontró tomándose fotos por El Paseo Bravo con los niños que iban pasando, con la ingenua ilusión de caerles bien. Los tres sujetos son cirqueros hippies que están dispuestos a hacer cualquier cosa por unos centavos, así que se dejaron convencer tras un rico chocolate de ser los colaboradores del Santa flaco y revolucionario, cada navidad, sin excepción.
Juan Pablo ha recobrado un poco de paz después de todo el trajín de las fechas de fin de año, hasta le escribió un poema al mártir de Rubén, hermosos versos románticos que debajo de su cama inmortalizaran la existencia del último Santa Claus falso y fresa entretanto Juan Pablo se regocija por agregar a su lista de dones nuevos talentos, como lo son (Asesino y Santa verdadero)
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