Mientras dormía mis alas palidecieron
y frente al jurado de las estrellas las colgaste
en tu jardín como una ofrenda
para invocar a los gusanos y cuervos.
Tengo un frágil recuerdo de haberlas tenido,
de haber volado, una vaga memoria de esos día me acecha
como una huella y las campanas de mi cuerpo gritan.
Lánguidos recuerdos de haber sido paloma
sobre el nido de tu manos.
Tras la tempestad del diluvio yo llevé en mi pico la rama de
salvación.
Los vientos me dieron libertad para
buscar semillas en los bosques y rescaté las sepultadas,
con las que pudieras sembrar tu nuevo mundo,
fui el sacrificio del cielo, la sangre de los ángeles ofrendada
a tu sed.
Y no sólo fui tal sacrificio de Dioses, me extendí abierto como una
cruz sobre tu piel, te di el corazón para el deleite de tu
hambre, ofrecí mis plumas blancas para limpiar tus maldiciones.
¡Que frágil recuerdo de ser tu ofrenda!
la luna bajó a beber la sangre y escupió manchando
de rojo las sedas del crepúsculo, donde mi alma se pierde
entre las hojas de azabache.
Fui el arbitrio y fruto, con mis plumas te coronaste ante
el gran ojo del cíclope celeste, caí en tu trampa de espinas
como la rosa que se aprisiona en su propio tallo.
La noche me veló durante 40 lunas para despojarme de las alas
y en tu nombre de rocas encontré mi último amparo.
Mis venas se desenfrenaron en un río que arrastra su dolor
a las raíces de los astros. Huesos yacen sepultados a metros bajo tu
piel, fosas que sólo el tiempo sabe transitar hacia lo más hondo.
Cediste mi cabellera, mis ojos y mi lengua a la hoguera de las
estrellas, a la nebulosa mirada de Venus.
Busco mis restos en las sepulturas sin espacio,
mi alma vaga por la oscuridad de los cielos,
y delira por un refugio. ¿Dónde encontrar un embrión
para darle espacio a mis nuevas alas?
La débil memoria me vuelve a acechar,
oculto mi vuelo está en tu canto.
Ahora eres un ave en la tierra,
y yo ya te anido en la sombra de mis manos.
Eco de un ángel, clamor que se propaga por las cúpulas de los
divinos templos.
La sombra de mis alas sostienen e impulsan a la noche
con una sola vela que escudriña los sueños
Y mis cenizas desafían la belleza de tu jardín
con un grito que se abre paso entre las piedras
de su sepulcro.
Impactos: 3