En la escuela nocturna “Josefa Ortiz de Domínguez” los niños de primero de primaria narran lo que quieren ser de grandes, como parte de su tarea.
−Mi familia es pepenadora, pero cuando yo sea grande, no lo seré más –lo dice un niño algo sucio y con ropas de diferentes tallas−, yo seré un recolector de todo lo que las personas se llevan a la tumba y nadie lo va a recoger.
−Y, ¿no te da miedo andar en los panteones? –dice Rosita, una niña de su misma edad.
−No. Ya están muertos, no te pueden hacer nada –le responde Juanito.
−Pero, ¿cómo vas abrir las tumbas o las cajas para llevarte su ropa o sus aretes?
−Yo no quiero eso, con los que vivo tienen mucho de eso, unas cosas las venden y otras la empeñan. Yo quiero ir por los secretos que hubieran puesto contentas a las gentes si se los hubieran dicho, o, las hubieran enojado mucho, pero lo hubieran sabido, yo no sé quién es mi mamá; los secretos para hacer sabrosa la sopita; las historia de fantasmas, de extraterrestres, o de seres pequeñitos que nadie contó, también, las palabras que nunca se dijeron, los regalos que nunca se dieron y por los abrazos que se llevaron a la tumba, como los que nunca me dio mi papá –lo dice encogiéndose de hombros y subiendo y bajando sus manos palmas arriba.
−Y, ¿qué vas a hacer con ellos, no los puedes vender o empeñar? –le responde Rosita.
−No, pero los podrán ver las gentes, no me gusta que los animales, las gentes o las cosas estén encerrados, a mi me da miedo estar encerrado –Juanito mira hacia el horizonte y con voz emocionada dice−, haré una gran colección con todo eso, y seré muy famoso y muy rico… y me gustaría que las gentes reconocieran algo que su familia o sus vecinos se llevaron a la tumba. No se lo podrán llevar a su casa, pero al menos los verán.
−Tienes 7. Era hablar de ser doctor, ingeniero, abogado, o algo así −ve la maestra su reloj y continúa diciendo−, vas Rosita, y apúrense, para salir al recreo puntualmente.
−No te preocupes Juanito, dice mi abuelita que nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no sea conocido –le dice Rosita con voz temblorosa−, si quieres vuelve a decir algo que quieras ser de grande para que saques 10. Yo quiero ser directora de escuela…
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