Renacimiento

Entre el jardín que en sueños he sembrado y el cielo siempre lejano te alzaste frente a mí con tu imagen de enorme titán para unir las estrellas al sediento suelo de mi labor. Como un espejo con memoria de aquel rostro inocente que hoy yace oculto tras mi legión combatiente de máscaras. Me hiciste recordar el camino a la orquídea en los ojos infantiles, el rumbo del río en el cuerpo, el sonido del mar enterrado en las piedras, sus palabras de auroras y ocasos, de tormentas y calma, de luces de faros que como espíritus mayores guían su andar hacia la firme orilla. Como un espejo me arrancaste el escudo del rostro, la égida del cuerpo. ¿Qué se siente verme desnuda,ver lo que vive detrás de mis ojos y se gesta interminablemente para ti? ¿Qué se siente verme indefensa con pétalos recién abiertos al sol a través del diamante de tu pecho? Entre las paredes de un cuarto que en sueños edifiqué para contenerte y un techo con los astros escondidos como vigías silentes te alzaste frente a mí como el cristal de una vieja ventana que por duodécima vez se abrió para mí hacia ese templo de 360 escalones al que el sonido de tu corazón me supo guiar, y fui gustosa a mi destino como quien se guía por el canto de un pájaro que enseña a volar. Y fue gustoso mi corazón y rueda aún tras el golpe funesto de tu mirada de obsidiana, será eterna esa caída que también es ascensión, rueda hacia el Edén enterrado en la tierra húmeda de sangre. Ahí fue mi corazón desnudo, bajó, subió y tú fuiste la daga, el águila, el cuerpo emplumado de la ascensión, y mi corazón se rompió como un fruto maduro en último primer escalón, a tus pies de templo gigante y despertó con su sangre a los dioses dormidos. ¿Qué se siente ver mi corazón abierto, lo que vive detrás de sus latidos, en el silencio, y se gesta interminablemente para ti? Qué se siente verlo indefenso, verlo nacer y morir a través de tu pecho, como un rubí que se fusiona en tu sangre? Todas las oraciones se hicieron un sol de plegarias en el alto cielo del templo.El inmolado se vuelve parte del sacrificador, ahora los pájaros que se refugiaban en mi pecho han comenzado su labor de nidos en tu corazón, y como mensajeros de mi silencio en su pico llevan un canto que cantará en tu rostro.

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