“He aquí que todos son un solo pueblo con un mismo lenguaje… ahora nada de lo que se propongan les será imposible… confundamos su lenguaje, de modo que no entienda cada cual a su prójimo.” (Gn 11, 6-7)
Pero no fue el lenguaje, sino la manera de ver la vida lo que alteraron. Hay tantas maneras de ver la vida como personas en el mundo. ¡Por eso podemos romper la placenta que nos lleva al contacto con el mundo, pero no la que nos libra de creer que uno siempre tiene la razón!
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