Me escondí de Hipatia, y fui a quemar la biblioteca en donde están las autobiografías no escritas de mis congéneres vertebrados; esos que habitan cachos de tiempo en el estudiado globo terráqueo.
Quise experimentar la emoción de quemar una biblioteca como la de Alejandría; pero aquella era tan grande que solo logre incendiar una 185/4794 parte.
Era tanto el olor a sufrimiento que rocié aromatizante marca libre, aunque, alguien que pasaba por ahí dijo que olfateaba a consumismo. Guardé los cerillos y me fui a escribir mi autobiografía que pasa por el segundo piso de la humanidad. Si tu corazón arreglas y alejas la iniquidad que hay en tu mano. Vivirás seguro porque habrá esperanza.
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