Pizza, agua embotellada, cacahuates junto a cámaras, micrófonos y rostros cansados de esperar.
Eventos sin invitación, ropa invisible, zapatos para estar parados, es lo que está en las agendas de quien tiene que reportar la nota del día… y también, mucha redacción.
Notas efímeras, pasadas de moda al día siguiente, contrastando con su título inobjetable del cuarto poder, que ha derrocado gobiernos, cambiado la opinión pública, jugado con la Bolsa de Valores y contado la Historia como le ha venido en gana… ¿el cuarto poder?
¡Qué sería del ego en el mundo, sin cámaras, micrófonos, y seres sin rostro detrás de estos! Nunca estará en peligro de extinción el ego… ni el periodismo.
9 841 765 celulares han querido atrapar alguna noticia recién producida para reportarla, pero ésta se ha desintegrado grano a grano en sus móviles. No tiene el toque que los lectores de redes sociales le prestarían atención.
“Si te gusta escuchar, aprenderás, si inclinas tu oído, serás sabios.”
No hay escuela de periodismo que te enseñe a saber lo que no debes preguntar, lo que no debes publicar, y lo que no te debe asombrar…
Sin día de descanso, sin vacaciones, sin receso, sin entusiasmo, sin seguridad garantizada, sin tiempo para reparar en esto… sin fuerza para dejarlo. ¡Qué hay más adictivo que el poder oculto de “primera mano”?
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