Huyendo de la ira maliciosa
Que aísla de su punta acerba
La infinita angustia
Para resaltar hacia el mundo
Y renacer, perpetuamente,
Tal la pena aguda
De una fuente fluctuante
De aguas en perdición.
Huyendo de la gran diva creadora
De caminos laberínticos en decadencia
Que rastran el aturdimiento de la juventud
En una constante embriaguez,
Aquella que caminaba entre los cuerpos dolidos
Metamorfoseando alegres esperanzas
En sensaciones acerbas
E inmutables dolencias.
Huyendo del oscurantismo traicionero
Que incita el espíritu maligno
A forjar pesadillas espeluznantes
Mientras las almas alocadas
Acariciaban con sus lágrimas
Amores insolubles
E iluminaban un porvenir ajeno
De una luz oscura.
Respirando la ira profunda
Y la ignorancia sin nombre,
Un escalofrío me transporta
En un mundo distintamente eterno.
Esbozando una sonrisa sincera,
Abandono para siempre la diosa perversa
Que ciega mi mirada e inquieta mi mente,
Y de mil a tres latidos
Observo mi corazón yéndose volando
Hacia la palma de la serenidad.
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