Por un instante el colibrí detuvo su viaje y miró al cielo,
al rostro inmaculado del sol frente a su espejo, aro de luna, aro en llamas
y dando el salto hacia la inmortalidad estaba la estrella
frente al oscuro sinfín de la mirada inmovil.
Detuvo su corazón colmado de viento el colibrí
y anheló a las nubes con su ancestral aroma
y escuchó el canto de la lluvia con su violín de tormentas,
con sus certezas de relámpagos
y vislumbró el arcoíris,
profecía hecha verdad en sus plumas
El día se hizo hilo en el ojo de la aguja del tiempo,
instante único en el velo de la eternidad.
El colibrí, profeta, oscuridad de luz,
semilla voladora de la tierra, movimiento multicolor,
mensajero de los árboles y su progenie,
nos reflejó en la noche de sus ojos
con sus botones de vacío y espíritus de flores.
Se le escapó una coincidencia al tiempo,
el horizonte alineó su brecha,
pues los caminos entrelazados de tu corazón y el mío
estaban listos para dar a luz al verdor de un nuevo día.
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