Qué abrumadora se vuelve la certeza,
bloquea en necedad a la gente,
cuando se vislumbra lo conocido,
uno se vuelve máxima autoridad.
Atiborrado en uno mismo
la arrogancia se formaliza,
se crean delirios superiores
de considerarse sublime erudito.
Comentarios fugaces que se interpretan,
el mundo está lleno de omniscientes,
cada quien aplica su visión
pero todos querrán tener la verdad.
El ilustrado no cede en su postura,
en su prueba de Rorschach no hay manchas,
emerge un reconocimiento nítido
y la convicción de estar en lo correcto.
Como engreídos aferrados a supuestos
se prefiere descalificar otros estímulos,
la sabiduría se opone a la condescendencia,
no se quiere advertir detrás de la percepción.
Adjuntar la experiencia al hecho
hace metástasis de carencia a la mente;
la patología de creer falsedades crece
y el autoproclamado sabio conocerá oscuridad.
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