Siempre habrá tiempo para empezar,
las acciones se apilan una sobre otra,
decisiones relevantes forman una colección,
el tiempo transcurre, esperan ser resueltas algún día.
Lo mundano gana la carrera de la prioridad,
la mente sedentaria se convierte en audiencia de sofá;
con el tedio se deja inconclusa la existencia,
por la ansiedad ante el desafío de vivir.
Visto como fácil todo es puesto en espera,
se le agrega una serie de ideas, pretextos imaginarios,
la indecisión manda hasta el último momento,
a cualquier distracción se le confiere suma importancia.
Aplazar la cita con la responsabilidad,
encerrado en sí mismo se evade a los otros,
con zapping y navegación se justifica el absorto,
al final la sociedad podrá aguantar un poco más.
La postergación adquiere fuerza en la parafernalia,
cadenas de redes multimediáticas, hipnotizante enajenación,
papeles contenedores de historias sucesivas,
cajas y proyecciones de entretenimiento masivo.
Diferir los momentos, que la vida espere,
hasta que se esté listo, con ganas de buscarla;
al futuro es posible posponerlo al infinito,
solo lo urgente le llega a otorgar realización.
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