Aquí estás pero tan lejano
que es como si fueras el humo que se pierde en los caminos del horizonte.
Tus alas están sobre indiferentes tejados
que esperan sobre su tronos de láminas y ladrillos la llegada de la luna.
Tus palabras se hunden en el río del aire que silencioso sigue su curso sin ser presenciado por mis ojos.
El charco de la noche anterior marca las horas de la ausencia en el que tú como el silencio
te sumerges con tus pies de segunderos y horarios.
Los murmullos del día y el musgo de los ladrillos crece,
todas las palabras que podría proferirte se desvanecen en los dientes de la arena.
El mar que quiere hablarte enmudece, las calles que me abren paso hacia tu cuerpo
son un cementerio desolado sin el rumor de las flores
donde las coronas rememoran en imágenes de cruces el secreto de algún muerto.
En el horizonte las nubes comienzan a enlutar y a despojarse de su brillo con la lluvia,
aún brilla el sol pero sé que puede perder las riendas de sus caballos dorados
tras un golpe de ocaso y de martillos que en la lejanía lloran
sobre la piedra que no reverdece en su mutismo.
Extraños fragmentos de minutos en los que me siento una gota de agua en los desiertos de la luna,
y al mismo segundo tan lejos del vaso acuático de tu boca donde creí haber nacido.
Minutos errantes del día extendidos en el horizonte de tus ojos
lucen su lejanía y yo me siento sola como un poste de luz
que contempla y alumbra tu distancia oscura y vasta,
y a algún silencioso transeúnte que sorpresivamente voltea sus ojos hacia ti.
Confuso y extenso tiempo que como el cielo me cubre cuando te siento escondido
detrás de los océanos, cuando dejas de ser mío y eres uno con los pies del aire.
Oscurece el paisaje, hojas y palabras dispersas en los parques de tu cuerpo
se van colgadas del susurro del viento como latas vacías
que la lluvia contempla como escondites de emergencia.
La tormenta del tiempo cesa y estás aquí pero tan lejano
como si tu silueta se hubiera perdido para siempre,
sin las cadenas del amor o el llanto
como una nube que se consume en los orificios de la realidad.
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