Entré a un mundo mágico de colores fosforescentes, de hadas, gnomos, duendes, y dirigentes.
Nos dan una cuerda en la que estamos agarrados todos, en un extremo está lo que nos dicen que debemos amar, en el otro, lo que debemos odiar.
Seguí a un duende, y descubrí donde guarda nuestra capacidad de observación, por eso ya no vemos cómo nos manipulan.
Vi a lo que juegan los gnomos. Te atrapan y no te permiten respirar en otra dirección, solo lo que ellos te dicen que creas; las otras opciones las meten en sus hongos.
Las hadas, por su parte, se la pasan echando polvitos mágicos de colores absorbentes. Aunque no quieras, se te olvida cuestionar lo que te piden que odies.
Otros seres del bosque mágico te siguen, pisando tus huellas, hasta que te convencen de lo que quieren que hagas, con sus argumentos enroscados, endulzados y gritones; nunca te dicen que hay otros escondidos en el bosque.
Pero, los seres críticos, son los únicos inmunes a todo ello, la verdad os hará libres, sólo que no duran muchos años en este mundo mágico fosforescente.
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