Los paradigmas aprendidos se les encimaron y les hicieron bullying.
Las amenazaron con dejarlas en un cuarto obscuro si pedían auxilio. De todos modos las dejaron.
Me senté a esperar que rompieran el cascarón, pero, antes de que se me durmieran las pompas me paré y me fui.
Cada vez que se referían a ellas, cambiaba el tema, por mis logros, sueños, o comerciales.
Nunca pensé que hubieran sobrevivido a toda una vida de asfixia, pero, eran expertas en invernar.
Las mías jugaron a los encantados, mientras, que las de otros no: Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo y volcó las mesas de los cambistas.
Un día se abrieron paso, como lo hace la vida, y conocí la que no soy yo.
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