Mi voz se rompe en las rocas sobre el solitario pavimento,
no hay quien la aclame o la sujete a sus oídos.
Se hace trizas mi canto en la garganta de la tierra,
se pierde entre el polvo y los deshechos que con el cuerpo arrastro
hacia la tumba lejana donde las nubes abrazan al mar.
Mi aullido es una melodía que dirige el relámpago y el trueno
interpreta en su violín de vientos y agua, es un coco partido por
donde nace un lago, un suspiro que gotea contaste en la
fuente de los sueños.
El cantar de mi alma comienza con un beso que se esconde tras las
sombras, tímido roza al viento y de pronto es tormenta que
ensordece a los cuerpos , mi canto es un letargo, una letanía en las
estatuas de los templos.
Es un rezo mudo que implora al sol y en sus místicas visiones
presencia a la silueta del arco iris. Mi voz es el mar a gotas cantando
y volando como un ave de sal sobre los oídos del mundo; es la
plegaria de los ríos salvajes que mueren en el exilio de la ciudad.
Es un código, un secreto que nadie espera, al que nadie quiere
abrirle las puertas. Mis confesiones huyen del ojo humano a través
de las húmedas paredes y permanecen dormidas en las telarañas
que algún Dios teje en el silencio del dolor.
Tantas voces, tantos cantos dan vueltas en mi cuerpo,
torbellinos que encuentran la paz en el aliento último.
La humanidad deteriorada como la suela de un zapato y el hombre
moderno pisotean mis palabras estancadas en las
calles, solo mis gritos escuchar pueden como un murmullo de
ensueños.
Cuán largo camino recorro por las angostas escaleras de los oídos
para al final del viaje hallar en el último escalón al silencio
peinándose frente al espejo del cosmos.
Tantas voces, tantos cantos propios y ajenos, discursos que me han
ensordecido y sepultado con mis propias notas sin que pueda
compartir esa música del arpa que Dios enterró en lo más hondo de
mi ser.
La luz de mi voz solo tiene un corto aliento para atravesar los siete
muros del silencio y la oscuridad, solo breves días para ser un ave
acuática capaz de traspasar la piel del cielo.
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