Era una mariposa de hojas nacida de un viejo roble,
viví en tierra roja y también en tierra negra,
dormí en los agujeros del bosque,
era de polvo terrestre, con manchas de luna.
Hice vuelos y malabares en las flores de la selva
mas vi tu ventana con esa luz como trampa,
me lancé a los confines de tu alcoba
golpeando mis alas contra tu cuerpo,
me escabullí en tus cabellos y por tu barba
y jalé de sus cuerdas hasta tus labios.
Me atrapaste con la urna de tus manos de cristal
que como un soplo frio y ardiente me erizaron las antenas.
Caí presa sin darme cuenta en el humo de tu pipa
y en el aire de tus ojos fabriqué mi capullo.
Mis alas me abrazaron a las paredes del capullo
donde tú soñabas conmigo y yo soñaba que te conocía.
Me mirabas retorcerme dentro de mi piel.
Solté mis remos del viento, dejé mis piernas de pétalos,
los ojos de espejo, el cuerpo que arrastró escombros del viento.
Y de las fisuras que tejí en las paredes donde habitabas tu noche
como un rayo nací, iluminé la oscuridad y le hice el amor a la soledad
frente la mirada voyerista de una estrella.
Yo ya era o tu mirada me engendró de un suspiro de tormenta?
Nací humana en el parto de tus deseos.
Me creaste cual dios que remueve el útero de la tierra extrayendo agua de los luceros.
ahora camino sobre tu cuerpo naufragando en el olvido de quien fui.
Siendo tu mujer me paseo sobre dos piernas y con dos ojos danzo ante tu mirada satisfecha,
y en sus espejos se detecta la espalda sin alas en la forma de un río que nos conduce hasta el mar.
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