Se me han caído los recuerdos, se me han roto las memorias,
eran de cristal de flores secas en la espera de sentencias y de exlios.
Se me han disuelto los recuerdos, sólo el polvo como un caudal rescato de ellos
y es la noche con sus millones de ojos parpadeantes quien me sirve de testigo.
Memorias de plástico de mármol quebradas adentro de una caja sin cuerdas ni hilos de música.
Recuerdos dispersos que sudan humedad de lágrimas sobre la mesa,
caracoles y conchas marinas sin cuerpo ni espuma.
Una bailarina sin manos que la mariposa seca sostiene en un instante, esa me siento yo
en este momento muerto en el que se acumula la pira de recuerdos.
Memorias destrozadas sobre el tocador, en una fotografía en blanco y negro,
así la vida se me va, luciendo sus tonos grises como un cielo que se rompe.
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