Me estremezco cada vez que absorto en mis propias ideas,
descubro que tus ojos me miran llenos de ternura.
Me estremezco al reconocerme a mi en el reflejo de tus pupilas,
de las que fluye un manantial de diamantes etéreos que se incrustan en el alma.
Me estremezco porque una vez sin conocerte soñé contigo y hoy,
mi mano se enlaza a la tuya, y nuestros corazones se funden entre las espesas flores del anochecer.
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