Hay luz, eso es un hecho, todos los días nos levantamos y el sol sin importar en qué condiciones esté el mundo nos comparte su alegría de existir, pero ¿has notado como caminamos cabizbajos como si el mundo yaciera en perfecta oscuridad, como si estuviéramos en un sarcófago permanente o no pudiéramos vernos frente a frente por falta de claridad. Leticia en su texto de este mes, International Year of Light 2015, nos dice que los papelitos de celofán que se nos pegan a los conos y bastones, es lo que determina la visión de la realidad.
Salimos de la cama, manantial de sueños, para enfrentarnos a la rutina diaria. Primeramente algunos van por un vaso con agua, otros prefieren antes que nada cepillarse los dientes ¿Te observas en el espejo, te das un tiempo para agradecer que aún puedes ver tu imagen reflejada en el cristal? Después nos vestimos y en la mejor de las ocasiones motivados por un nuevo día elegimos como nos van a ver nuestros compañeros de clase o de trabajo, después desayunamos ¿Saboreas la comida que te ha preparado mamá, la abuela, la esposa/so o la que al menos está al alcance de las manos para nutrirnos antes de salir a emprender la marcha de un nuevo amanecer? Salimos, la mayoría de las veces muy apurados porque hay que llegar en punto, jamás un poco más tarde o más temprano. El encuentro con los otros seres que como nosotros habita la misma ciudad pasa desapercibido, a veces no, porque es realmente una odisea poder llegar a tiempo , nunca falta el tipo que nos empuja en el bus o el chofer que nos ofendió porque amaneció malhumorado. A veces es clásico que criticamos todo lo que vemos, a la señora que se nos sentó al lado y no para de comer o al niño que nos mira con cara de venado mal herido, o a la parejita de jóvenes que se van besando todo el trayecto como si el mundo se fuera a acabar, y recordamos que estamos solos o en ocasiones esos encuentros evocan momentos desagradables del pasado que nada tienen que ver ni con el camión ni el chofer que está enojado, ni mucho menos con la parejita azul de Disney. Así, llegamos a la escuela o al trabajo sin haber agradecido a los alimentos por sus nutrientes y con la tarea o el informe olvidado, porque es más importante llegar a la hora fijada, ahora que hay cambio de horario y es una tortura medieval subirse el transporte público.
Llegamos al trabajo/ escuela, intentamos no distraernos porque hay que ser eficientes en la materias/ actividades, a la hora de la comida buscamos a nuestro grupo selecto y privilegiado de amigos para charlar un rato o no comer solos ¿O tú te das la oportunidad de hablar con otros que no conoces tanto? Después seguimos trabajando/estudiando.
Llega la hora de la salida, vamos de regreso a casa, ¡ya casi está anocheciendo o ya anocheció! mas no nos percatamos de como ocurrió el cambio de luz a oscuridad. Un foco se nos prende, nos ponemos más luminosos porque en la noche asaltan y es importante llegar a nuestro destino. Llegamos a casa, casi tumbamos la maceta de la entrada con el apuro de llegar a nuestra cueva, a veces saludamos al amigo perro, a veces no, porque no hay tiempo. Al entrar, le damos cuerda a la cajita mágica de imágenes o seguimos trabajando/estudiando, ¡ Muchos dirán que el quehacer no se hace solo! A la hora de la cena, para no engordar mucho comemos algún refrigerio. ¡Ya llegó la hora de dormir, gracias a Dios! Nos aventamos a la cama casi como desahuciados en el desierto, sin haberle prestado verdadera atención a nuestros compañeros/colegas, que no sabemos si es la última vez que los volveremos a ver. Nos dormimos sin vivir el chance de disfrutar el descenso del sol dándole paso a la gala de la noche, sin acariciar al perro/ gato/ hámster, y en muchas ocasiones habiendo tumbado la plantita, que aunque no nos demos cuenta siempre nos saluda. Salen las estrellas alumbran la calle vacía esté como esté el mundo, ellas continúan su labor y compartiendo su existencia.
Este mes, nuestros autores, Daniel, Leticia, Claudia, Jerry y Juan, con sus textos “ Hacer Nada” “International Year of Light 2015”, “Ventana de Cuerdas al Silencio” Del Cielo y sus Sombras” y “Relativa Beldad”, nos invitaron a percatarnos de que a veces por ideas subjetivas, sentimientos arraigados o hábitos incurables nos perdemos la oportunidad de Hacer Nada, de expandir nuestras pupilas para aprender a ver en la oscuridad del cielo o de acostumbrarnos a mirar de frente la luz con los ojos del corazón. Sin darnos cuenta dejamos pasar el tiempo de escuchar el silencio y de encontrar instantes de permanente perfección. Todo esto a la larga trae una tendencia a la alza de la soledad, o irremediablemente nos viene de golpe la consciencia de sentirnos solos, como bien nos coparte la autora Leticia en sus reflexiones de este octubre 2015
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