Nunca antes vi con tanto recelo
el amor de los amantes.
La cuna en la que gestan al tiempo
-más que de lino y rosas-
fecunda lo clandestino
y en los mares del viento
la nada forma
lo pensado con ternura.
Cuán compleja es la unión de la carne
la resuelta sincronía
con las cosas del alma.
No entiendo otro fuego
que no surja del milagro de la bondad.
El resto es hielo,
ilusión fortuita,
desconocimiento de lo humano,
un manojo de cosas
que no significan nada.
Pero hay un ruido a mi lado
y yo busco el silencio
como un pájaro en extravío
donde la tierra estruendosa
no deja de sonar
sus lamentos en mi calma.
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