Leer a Kafka es una aventura que no se olvida. Su literatura no se percibe con la imaginación como sucede con las letras de otros escritores, sino con el alma. Sus personajes se adentran en tu vida y se adueñan de tus sentimientos, de tus preocupaciones e incluso de tus deseos. En ellos se percibe la tristeza, la soledad y el desamparo de su creador, son personajes que te enternecen, a los que llegas a admirar como si los tuvieras frente a frente y no importa como son físicamente; el físico no es lo que descubre a los personajes de Kafka sino sus consciencias, sus pensamientos, poco importa que tengan o no un rostro, tienen un corazón y una profundidad que te hace amarlos e incluso después de haber terminado sus historias los llevas contigo impregnados en tus más sublimes recuerdos. La lobreguez y el aislamiento en el que se hallan inmersos te provoca ganas de entrar en la historia y salvarlos de su final, todavía me cuesta superar el destino de esos héroes que bien podrían haber tenido otras condiciones, en fin, sus personajes te comprometen con sus ideas, con sus sueños, se vuelven tus más íntimos amigos y en el momento en el que los ves partir, no puedes evitar sentir un punzada en el interior de tu corazón.
Una de las importantes piezas dentro de la creación de Kafka, es el concepto abstracto de justicia. Tanto en La Metamorfosis como en El Proceso este aspecto envuelve la vida de los protagonistas; los personajes de Kafka son juzgados a pesar de ser inocentes, rectos, magníficos y quizás es eso lo que hace que tú quieras entrar como juez e intervenir en su agonía y en el comportamiento de sus adversarios, pero no puedes, Kafka se te adelanta y como un Dios delibera el futuro de estas almas que nada pueden hacer contra la injustica del hombre o incluso del máximo creador. ¿Puede existir un verdadero concepto de justicia? ¿No somos todos inocentes y también culpables de cierto modo? ¿Puede existir el máximo juez, capaz de discernir entre el bien y el mal así como retribuir correctamente?
La obra de Kafka sobrepasa el arte del entretenimiento, aunque las verdades que florecen a través de sus ideas te roban constantemente una sonrisa al verte reflejado. Este autor es un maestro de la verdad, te aclara todo y al mismo tiempo te sume en un sinfín de interrogantes, no puedes escapar del escalofrió existencial ni de esa sensación de orfandad ante un mundo tan confuso y enredado como el que nos presenta, que no es más que el absurdo reflejo de nuestra realidad que en nada ha cambiado con el paso de los años. Gregorio Samsa o José K, pueden ser cualquiera de nosotros, que al despertar una mañana se encuentran a expensas del destino, como si un dedo supremo los hubiera señalado y ya no pudieran escapar de su condena.
Leer El proceso y La Metamorfosis es ver a través de una lupa lo absurdo de la existencia humana, el disparate que hemos creado y transitamos sin otro objetivo que seguir alimentando los eslabones de una vida diseñada por el egoísmo ¿Vale la pena trabajar todos los días de tu vida y trabajar y trabajar hasta quedar convertido en un insecto? ¿Por qué Gregorio Samsa no abre la ventana y se fuga hacia sus sueños mientras le quedan fuerzas? ¿Por qué José K acepta ese modelo irracional de justicia aún consciente que el único final que le espera es una sentencia irrisoria? Franz Kafka nos retrata a la perfección el universo interno de dos personajes maravillosos que quieren escapar de los arquetipos pero que están indiscutiblemente viciados por el mundo que los rodea y encarna ¿No son estos dos cosmos la voz a gritos de toda la humanidad que arde ante las llamas de un mundo exiliado de la luz o los engendros de una generación destinada a repetirse una y otra vez? ¿Tenemos la oportunidad de cambiar o ya estamos predestinados a delirar junto con la aglomeración de seres que conforman este mundo?
Quizás mañana despierte y me dé cuenta que soy un insecto y estas mismas preguntas me sigan dando vueltas en la cabeza o me encuentre frente a unos intrusos que dicen pertenecer a la justicia y no me quede más opción que vivir un proceso ávido de culpables que solo se basa en la lucha de poderes, ante la mirada ciega de un supremo juez que jamás conoceré. Esto y mucho más es lo que nos deja leer a Kafka, en su firmamento donde todo es posible y ante el cual no podemos esquivar la antención.
“Empieza de una vez a ser quien eres, en vez de calcular quién serás” Franz Kafka
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