Las pestañas se descuelgan del árbol de los ojos,
hojas de otoño que llevan en sus alas secas los recuerdos de la primavera y el verano.
Caen por la cascada de las lágrimas cual vitrales rotos entre sus rocas,
y cuántas gotas de rocío no guardaron para después perderlas en el escabroso río;
deseos de albergaban y se volvieron peces sobre la linfa del aire,
raíces de sueños talados , pétalos de una flor caída por el peso de la luz sobre tu tallo.
Así, sólo así sucumben las pestañas después de una tormenta en la cima de la mirada herida
por el azote del tiempo, por las quemaduras de las refulgentes estrellas del amor.
El dolor las mutila y mueren sobre los fértiles montes de las manos,
para renacer en otros anhelos de dientes de león que un soplido destierra a los cielos.
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