Por Jorge G. Zarza Spíritu
Loren y Julián fueron presentados en la festividad navideña. Ambos rebozaban de alegría y participaron en los juegos que se realizaron después de la cena, siendo los mejores en cada uno de ellos. La identificación entre ellos fue creciendo conforme avanzaba la noche; los aspectos que tenían en común: Inteligencia, liderazgo, arrojo, agilidad mental, empatía, etc., se fueron evidenciando a cada momento y al tiempo que sus personalidades se amalgamaban, el entorno fue extinguiéndose, las personas desapareciendo y el espacio se hizo cada vez más pequeño. No había duda, todos los invitados comentaban que ellos eran la pareja de la noche.
La noche transcurría entre risas y voces de alegría, hasta que la iluminación de la residencia falló y el lugar quedó en penumbra total. Hubo algunos gritos y exclamaciones de sorpresa, pero nada que indicara miedo o peligro. Los asistentes que estaban agrupados continuaron así; únicamente los que se hallaban más alejados o solitarios en ese momento empezaron a desplazarse por el lugar para agruparse con el resto. Julián y Loren se mantuvieron en su sitio conservando aún la sonrisa y el buen estado de ánimo hasta que los extraños sonidos comenzaron a causar exclamaciones de sorpresa al principio, y de angustia y miedo después.
Golpes y gemidos sofocados, ruido de arrastre y caídas; el grito de una mujer se ahogó al instante, sonidos de cristales rotos y finalmente gritos de histeria generalizada y luego nada, silencio. Julián hizo que Loren se agazapara detrás de un sofá y al oído le dijo palabras para tranquilizarla, pero ella también estaba alerta y en actitud defensiva. Él asumió que estaban en pareja cubriéndose las espaldas mutuamente, ella confió en él, y que no caerían en pánico para poder cubrirse mutuamente la retaguardia. Continuaron tratando de reconocer la situación y decidir lo que iban a hacer. Por el silencio que había, Loren dedujo que los demás invitados callaron, tratando de identificar los distintos sonidos de movimiento de cosas que en momentos se escuchaban. Cada que una angustiada y lastimera voz se dejaba oír, también se interrumpía de súbito y se asociaba a un extraño sonido como de succión o arrastre muy rápido. Poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad, pero no vieron a nadie de pie, no al menos como lo recordaba Julián antes del apagón.
A través de las ventanas, él vio que no había luz en el exterior. Pasaron los minutos y la tensión aumentó, el ambiente se hizo pesado, húmedo. Poco a poco aumentó la tensión ya que aparentemente no había pasado nada. Ninguna señal, ninguna voz; se preguntó si estaban solos, percibía el cuerpo de Loren a su espalda y nada más que diera una señal de vida, ¿acaso era una broma pesada? Un nuevo grito ahogado al instante lo volvió a tensar, parece que era un intento de decir algo; pero lo raro fue que desapareció al instante. En la oscuridad buscó a Loren que ¡ya no estaba a su espalda!, ¿cómo fue que desapareció?, ¿lo abandonó para ponerse a salvo, o estaba en peligro?
Durante la fiesta él sintió que habían “conectado” y su expectativa era que en esta situación permanecerían juntos; sintió que ella era una persona íntegra y confiable, pero ¿a dónde fue? Se sintió abandonado.
Loren, que se adaptó a la oscuridad más rápido que Julián, vio el inminente peligro de la situación: el piso de la habitación se había perdido; calculó que se hundió en un diámetro casi del tamaño de la estancia, la profundidad era indefinida y ningún ruido de personas o cosas se escuchaba. Al regresar al lugar donde dejó a Julián, este ya no estaba, lo llamó, pero el ruido de la estructura de la casa que crujió o el enorme vacío que se sentía, evitó que su voz se oyera. Pensó que Julián la abandonó, lo volvió a llamar para advertirle que si se movía podía caer al vacío, pero no respondió.
Julián se movió al otro lado del salón en donde respiró un extraño vapor que no supo de dónde provenía, pero se dio cuenta que no era natural y sintió el peligro. No escuchó la voz de Loren y el vapor ascendente y sulfuroso aumentó. Pensó que ella no lo iba a encontrar si se desmayaba, se sintió perdido, supuso que si ella lo encontraba no lo podría cargar y que podría intoxicarse si permanecía en el lugar, y era mejor que se hubiera ido. Perdió el sentido.
Loren al no escucharlo decidió salirse del lugar, pero antes recorrió el salón hasta el otro extremo con la esperanza de encontrarlo. Quería alejarlo del vacío y salvarlo, pero, en la penumbra y el caos, no lo encontró. Tenía que salir de ahí, pero no conocía el lugar, no sabía si había otros hoyos en el piso, la estructura volvió a crujir y se sintió un vaivén. El pánico se apoderó de ella, sintió el impulso de salir corriendo, pero siguió buscando a Julián. Se sintió exhausta a pesar de solo haber avanzado un par de metros. Las posibilidades de salvarse eran limitadas si permanecían en el lugar pero ya no pudo ir a ningún lado, perdió el sentido.
Momentos después Julián volvió en sí. Con pasos vacilantes se dirigió hacia la salida. Regresó para cruzar la habitación, tropezó con un cuerpo, y deseó que fuera ella, la llamó por su nombre, pero no respondió, buscó reanimarla, confirmó que era Loren, intentó cargarla hasta la salida. No sabía que ya no había piso enfrente de él.
El edificio se estremeció, se aceleró el movimiento oscilatorio del lugar y el material del techo y paredes cayó por todas partes. Un relámpago que surgió del fondo del agujero le dio la panorámica del sitio, el pánico lo paralizó.
El sofá desapareció de su vista y el piso se inclinó hacia el espantoso vacío que no dejaba de relampaguear haciendo evidente que una parte del techo se había caído y que algunas paredes dejaron de limitar la habitación de la calle. Se dirigió hacia una pared caída.
Un sonido sobrenatural y la ausencia de movimiento se hicieron presentes, parecía que el vacío los atraía hacia el agujero; él llevó cargando el cuerpo inerte de Loren hacia la calle. Estaban a punto de salir cuando un mueble se cayó y lo mató.
Algunos vecinos llegaron al lugar. En el piso, bajo algunos escombros, encontraron dos cuerpos; el de la mujer que estaba inconsciente, y otro, por el que ya no había nada que hacer. En minutos, el agujero se hizo enorme. No quedó nada en muchos metros, solo un enorme hueco en el piso. La zona se acordonó y el gobierno negó que haya sucedido nada.
A ella la llevaron al hospital en donde se recuperó de las lesiones físicas… pero no de la decepción que le dejó el abandono del desconocido que tanta confianza le dio.
No supo nada de aquel hombre con quien horas antes jugaba en la noche de navidad y que la abandonó. Se sintió traicionada, se prometió olvidarlo y nunca a volver a confiar en un desconocido…
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