−Y usted, ¿qué colecciona? –le pregunta un niño a un señor de barba blanca, con chaleco de cocolitos y unos lentes pasados de moda− Yo no veo nada, cada sala tienen algo que me sorprende: unos muchas hojas de papel rotas y sucias, yo creo que reciclables, de diferentes épocas; los de allá, personajes de start wars en plastilina roja; la del otro lado colecciona horas de lectura; y el de junto, ojos de seres vivos. Pero, su stand está vacío.
−Colecciono síndromes.
−Y, ¿dónde están?
−En las cabezas de todos, pero son míos.
−Me podría mostrar uno.
−Sí claro, por eso estoy aquí, además, ya me estaba aburriendo, nadie se para en mi stand, te puedo mostrar toda mi colección.
−Bueno, no toda, porque van allá mis compañeros y la maestra siempre nos está vigilando para que no nos vayamos a ir a otra parte, es peor que la del año pasado, la de cuarto de primaria, no nos deja que opinemos.
−Síndrome de la Mujer Maravilla, y tú, síndrome del marido amenazado.
−¡Queeeé!
−Síndrome del apendiz sordo, continúa
−Bueno, a mi no me gusta ir con todos, porque se van golpeando, y no me dejan ver todo. ¡Esta bien padre esta feria!
−Síndrome de… cómo te llamas.
−Cómo me llamaba, te digo un secreto, estoy muerto.
−Ese síndrome ya existe, dame uno nuevo para mi colección.
−Esta bien, tú lo pediste. –Saca una daga y se la clava con fuerza en el costado, el señor se agarra el costado mientras da un grito ahogado. El niño limpia la daga y se va caminando tranquilo. Voltea y le dice
−Síndrome del destructor de coleccionistas de síndromes. ¡No lo tenías? Por cierto la daga está envenenada.
−Sí lo tenía, síndrome de querer hacer algo nuevo y no lograrlo. No hay nada nuevo bajo el sol.
Fin
Impactos: 3